Marisa Lozano Fuego
Baroja, se lee
La librería Baroja es uno de esos lugares donde huele a letras. A sueño, a página. Una de esos raros oasis donde uno puede perderse, entre la biografía de Pelé y Cortázar, bajo los trazados de la novela gráfica. Sobre las tapas y entre páginas. Hay novelas de romance, misterio, hay libros intemporales y también algunos de esos que esconden secretos antiguos. Autores de fuera, autores de esta tierra. Paula Hawkins con su ser Escrito en el agua, David Neira y su Travesía del Fénix…Gogue y sus creaciones gráficas "O Bichero"que conjugan humor, sabiduría crítica y lo más enxebre de nuestra tierra. Aprender , sonreír, pasar páginas. A eso acudimos cuando visitamos un establecimiento donde la cultura se toca. Para mí los libros son eso, siguen siendo eso, un mundo tangible que huele a nuevo, venas de tinta y marcapáginas, esquinas que cortan el miedo. Lo siento, el e book o las tecnologías no pueden superar el tacto. Ordenados estante por estante, clasificados y al alcance e la vista, los libros en Baroja nos sonríen. Los periódicos, las libretas y distinto material escolar, los cuentos y las narraciones, las novelas, como Crónica de un Hombre Bueno de Alexander Vórtice, un testimonio intemporal… obras de autores de nuestra ciudad que están allí, esperando el instante en que accedamos a su reino. Un reino que nos espera bajo el lomo, tras el prólogo, un reino tangible y real. Fernando I.A. da esta confianza a los autores, mima sus existencias, las conoce. Se nota cuando alguien ama su negocio y profesión, el celo con el que atiende a las personas que acudimos allí en busca de una historia, de una obra. Los autores y autoras confiamos en Baroja, y en él. Porque sabemos que cuidará los libros con el mismo cuidado que si fueran suyos.
Baroja está en Palamios 9, bajo, bajando del Dulce de Leche, cerca del Sánchez, frente a Alameda.
Dos de mis libros también están allí. Vesania, el primero. La prioridad de algunas librerías no suele ser mover poesía, quizá la gente no siempre la compra. Baroja sí lo hace, nos expone las obras en su página, avisa cuándo están disponibles. Mi próximo libro, Fuego Azul, que presento allí el Jueves a las siete y media, es otra pequeña ilusión. Esta vez son poemas y relatos, de mis primeros, algunos aún tiernos. Y la librería Baroja es parte de ello. Me cede su espacio, yo le cedo mi confianza porque sé que cada ejemplar vendido allí es un poco parte de este sueño, y me quedo tranquila porque están en buenas manos. Las librerías, para mí, son lugares de culto. Si tuviera que elegir entre ser propietaria de una joyería o de una librería, a fe que escogería la segunda. Los diamantes nunca han sido mi fuerte.
Fernando, envidia sana. Ahí dentro custodias riqueza, la riqueza de muchos anhelos y sentires que aquellos y aquellas que respiramos por la pluma dejamos en esos estantes. Vuélanos. Confiamos en ti. Ahora y siempre, Baroja, gracias.