José Benito García Iglesias
Nos ha costado un ojo de la cara
En 1524 Francisco Pizarro se asocia con Diego de Almagro y Hernando de Luque para la conquista de "El Biru" (el Imperio Inca del Perú), del que tenían vagas noticias.
La expedición sería capitaneada por Pizarro, Almagro se encargaría de la intendencia y Luque estaría al cargo de las finanzas y de la provisión de ayuda.
Realizados los preparativos necesarios se decidió que, en previsión de posibles peligros, se conformasen dos grupos para la expedición. Así el 14 de noviembre de 1524 salió de Panamá Francisco Pizarro, con un navío y dos canoas, retardando Almagro su partida.
A finales de 1526, cuando habían transcurrido dos años de penoso viaje hacia el sur afrontando toda clase adversidades y calamidades, con el constante acoso de los indios, llegaron a la isla del Gallo extenuados. El descontento entre los soldados era enorme llevaban varios años pasando miserias sin conseguir ningún resultado.
Pizarro intenta convencer a sus hombres para que sigan adelante; sin embargo, la mayoría de sus huestes quiere desertar y regresar. Allí se produce la acción extrema de Pizarro, trazar una raya en el suelo de la isla obligando a decidir a sus hombres entre seguir o no en la expedición descubridora.
"El trujillano no se dejó ganar por la pasión y, desenvainando su espada, avanzó con ella desnuda hasta sus hombres. Se detuvo frente a ellos, los miró a todos y evitándose una arenga larga se limitó a decir, al tiempo que, según posteriores testimonios, trazaba con el arma una raya sobre la arena: Por este lado se va a Panamá, a ser pobres, por este otro al Perú, a ser ricos; escoja el que fuere buen castellano lo que más bien le estuviere. Un silencio de muerte rubricó las palabras del héroe, pero pasados los primeros instantes de la duda, se sintió crujir la arena húmeda bajo los borceguíes y las alpargatas de los valientes, que en número de trece, pasaron la raya. Pizarro, cuando los vio cruzar la línea, no poco se alegró, dando gracias a Dios por ello, pues había sido servido de ponelles en corazón la quedada. Sus nombres han quedado en la Historia". (José Antonio del Busto)
Tan solo cruzaron la línea trece hombres. Los conocidos como "Los Trece de la Fama".
Almagro por su parte desconocía los pesares de Pizarro y partió según lo acordado, en marzo de 1525, con otro barco y unos setenta hombres. Buscó a Pizarro sin encontrarlo y sufriendo también el acecho de los indios.
Finalmente, en la expedición para socorrer a Francisco Pizarro, cuando pretendían tomar el Fortín del Cacique de las Piedras, (en Puerto de las Piedras o Puerto Quemado, en la actual Colombia) fue atacado brutalmente y herido por la flecha de un indígena en un ojo, quedándose tuerto, conservando la vida gracias a un criado negro que lo transportó al barco.
Al cabo del tiempo, Diego de Almagro se presentó ante el emperador Carlos I y lamentándose de las grandes calamidades sufridas en la empresa de la conquista le espetó:
"El negocio de defender los intereses de la Corona me ha costado un ojo de la cara".
Almagro le dio tanta importancia a este hecho y se supone que insistió tanto, que pronto la frase caló hondo y se difundió entre los soldados, el pueblo e incluso la Corte, para designar una tarea peligrosa o algo muy complejo o muy costoso, evolucionando con el tiempo y dándole el significado que actualmente tiene.