Marisa Lozano Fuego
Hola, nosotras te creemos
Hola, hola, yo te creo. Te creo porque algunas veces, sabes, a mí no me creyeron. Te creo porque sé lo que es que la gente te niegue, te difame, aparte. Te creo, ¿por qué no? Es curioso que en estos casos la víctima deba demostrar que no es culpable, y a los culpables se les dé por sentado. Escupo en la presunción de inocencia, porque te produce dolor. Tranquila, coge mi mano, yo te creo, te abrazo, muchas otras también lo hacen, conocemos ese sentir. Sea con cuerpos o palabras a otras también nos violaron, en nuestro criterio, en el alma o en la membrana libertad.
No es culpa tuya, no provocaste, no pudiste evitarlo.
Ven, te lo prometo, no llores. Ellos no entienden de dolor, no lo entienden si te han juzgado.
Una lágrima es suficiente para arrasar Tosas las dudas. El abuso de varios culpables contra una inocente.
Supongo que serán conscientes de que el sexo no es diversión, y NO significa NO y no quizás o fuérzame.
Si no lo son, alguien debería grabárselo en las venas, en la memoria.
A fuego, a grito, a furia, como ellos hicieron.
O pensar en qué sentirían si se lo hicieran a sus hermanas, a una madre o a una hija.
Todas nosotras somos sagradas.
Una madre, una prostituta, una adolescente, una musa, y una labriega, y una virgen.
Pero todas.
Y NO es NO.
Y no existen las medias tintas, y sabes, no estás sola.
Y sabes, tienes derecho a sonreír. Tienes el deber de hacerlo y de erguir tu bandera por encima de sus miserias, por encima de ellos.
Tienen impotencia de alma, por eso fuerzan voluntades.
Eres más grande que ellos, y más pura.
Y yo te creo.
Eres más valiente y sabes, esto no tiene que marcarte, te servirá para ayudar a aquellas a las que sucedió.
Te servirá para jamás, jamás rendirte, jamás romperte, te servirá para abrazar la verdad, la fuerza y la luz.
Nos servirá para que a otras, a ninguna más, suceda, serás el ejemplo de todas las que desearon gritar. Y de las que no pudieron, y las que queremos hacerlo. Esto será el revulsivo para que no suceda a ninguna más. Y yo te ayudo, te ayudo a que sonrías, bailes, rabies, todas esas cosas que mereces hacer y ellos no.
Para mí la presunción de inocencia es tuya.
Y la presunción de victoria, también.
Sigue, sigue, te abrazo fuerte.
Ni cinco miembros ni cien mares podrán abatir tu canción.
Valiente.