Marisa Lozano Fuego
Querido mundo (línea con la vida)
-Con nadie.
-Quiero hablar con alguien.
-Lo siento, hoy no está.
-¿Cuándo estuvo?
-Hace siglos.
-Esperaré.
Espero sentada en el banco donde pasan las madrugadas, con ese olor a frío seco que me descama salvaje la piel.
Hola, Dickinson, yo soy nadie…no lo digas, lo contarán.
Lo cierto es que sí, soy, somos nadie. Somos nadie, somos ninguno toda vez que nuestra miseria queda al descubierto y las lágrimas nos arrasan. Cuando la vergüenza asola cada uno de nuestros clítoris, cuando nuestra intimidad se desnuda en manos de quien no debió. Cuando alguien nos da la espalda y ya su confianza es humo. Cuando no nos creen. Todos, todas, nadie, ninguno, miserables víctimas del pasado, y del rumor y habladuría que nadie cuestiona. Y dicen, y dijeron, y lo creo. Y no hace falta cuestionar. Cuesta tiempo, cuesta humildad.
En este país la presunción de inocencia es solo para los culpables. Hola, soy nadie, no existo , tú tampoco. Ellos tampoco, ¿ acaso no has errado? ¿No te ha encogido el corazón la noche, no has pernoctado en el vacío? Yo sí, yo sí, yo sí. ¿No has temido volverte loco, no has querido dejar de respirar?
¿Nunca te han acusado en falso? ¿Nunca has temido a la palabra, al juicio, a la incomprensión? Yo no, yo no, yo no. No me han matado. Sigo viva, seguimos vivos.
Crees que solamente hay un nadie, pero hay muchos. Muchas. Lo curioso es que todos pensamos que tan solo esa cruz es nuestra. Lo terrible y maravilloso es que podemos ser alguienes. Pero eh, no nos atrevemos, quejarse es mucho más sencillo. Escupir odio y rabia pura, culpar al mundo, sí, lo sé. ¿Crees que no lo hice, crees que no pensé que era culpa de la polución, del asfalto?
Pero no lo era, no lo era. Había una parte de mí en eso. Pude elegir ser nadie y lo hice durante mucho tiempo. Ahora elijo el camino inverso, la otra cara de la moneda. Levantarme, erguirme el polvo y continuar, alto, sin freno. ¿Me vas a castigar por eso? Adelante, latígame. Sonarás como regaliz, como rocío o mariposa. Si aún no pudieron romperme, ten claro que tú no lo harás. Estuve tan muerta y tan fría que solamente puedo arder.
¿Qué importa que chillen, que digan? A ti tampoco debería. Siempre has sido igual de Alguien con tus glorias y tus miserias. Nunca hemos amado la cáscara. Lo verdaderamente inmenso es que Nadies y Ningunos, en nuestra propia no existencia, nos besamos las cicatrices. Sale pus, sale sangre, mira. Es jodidamente real. ¿Qué esperabas, una disculpa? El mundo no tiene piedad para aquellos que lo lapidan. Yo tampoco, amor, yo tampoco. Pero sabes, puede curarse, puede curarse sin dolor. A ver, coge mis dedos. Toca, esta es una cicatriz de silencio. Toca mi vientre. Esta, de endometriosis. Chupa mis labios. Esta, de beso. La del corazón, esta es tuya.
¿Quisieras curarte conmigo? Siempre hay sitio en un volcán roto para acoger más soledad.
No soy una virgen ni un súcubo. Me confieso incoherente y falaz en cada una de mis contradicciones. Rebelde, y dicen, valiente. Soy un desastre, una tormenta, un gatito, una golosina. Exactamente como tú. Ódiame, quiéreme, no importa. Nunca me importó la etiqueta, siempre, siempre, tuve muy claro, que soy moneda de dolor.
Pero eh, sabes a qué juego, no suelo tirarme faroles.
Soy amiga, soy enemiga, soy estrella, soy vendaval.
Soy lo que quieras y lo que me ofrezcas.Me adapto como agua o canción.
Querido mundo, no hay razones para que no puedas quererme, para que no pueda mirarte a los ojos sin vacilar.
Tú me diste las alas blancas, me diste las vísceras negras, me diste tu Hades y tu cielo, soy una amalgama de ti.
Querido mundo, nadie o alguien, soy partícula peligrosa, y la vez la más tierna y pura, soy justamente como tú.
Tengo entendido que en tu código hay algo llamado justicia: es justo, digno que te trate igual que me tratas a mí.