Luis López Rodríguez
Cody
Nos vimos por última vez hará unos dos años. Hacía mucho que habíamos perdido el contacto, pero la permanencia en la memoria de experiencias pasadas y felices, nos empujó a saludarnos con un abrazo sincero. A lo largo de esos años en que no nos habíamos visto, yo había escuchado diferentes rumores en torno a su estado de salud; algunos hablaban de una enfermedad hepática grave, otros de problemas mentales y los más ambiguos se limitaban a señalar que estaba muy mal. Lo cierto es que no tenía buen aspecto, había ganado bastante peso y su mirada tenía ese aire ausente de quienes están bajo tratamiento con antidepresivos. Pero más allá de su salud, lo que me pareció evidente, es que estaba muy solo.
A finales de los 90 y durante los primeros 2000, Vicente Folgar (Cody) había sido el cantante y líder de uno de los grupos de rock alternativo con mayor proyección dentro del panorama musical nacional, la banda viguesa Kannon. Además del reconocimiento de público y crítica- lo que les llevaría entre otras cosas a participar dos años consecutivos en el Festimad de Madrid- algunos de los mayores logros de Kannon fueron sus actuaciones como teloneros de las bandas Offspring y sobre todo Korn, que era uno de sus referentes más claros. En unos años, aquellos chavales habían pasado de dar conciertos para amigos y familiares a llenar los escenarios de toda España, colocar el tema “Ruido” como mejor canción rock del año en Radio 3 y compartir cartel con sus ídolos de adolescencia. Lo que no sospechaban, supongo que Vicente menos que ninguno, es que habían tocado techo. Por unas razones u otras (no voy a entrar en el terreno de la especulación) la banda se acabaría disolviendo en 2006.
Vicente seguiría trabajando en otros proyectos musicales y en 2009 intentaría una reedición de Kannon con la que publicaría un disco, "Cinco lágrimas para la quinta esencia", que tendría una acogida más que discreta.
La noche del pasado 2 de Febrero un amigo me daría la peor de las noticias: Vicente había muerto. Acababa de cumplir 39 años. Pensar en él es hacerlo también en cómo la música – y el resto de disciplinas artísticas - convierte a algunas personas en víctimas de su vocación. Sospecho (ahora sí voy a especular) que Vicente nunca llegó a aceptar el hecho de verse relegado a jugar un papel menor en el panorama musical. Su vocación y su talento le impelían a seguir llenando escenarios.
Durante nuestra última conversación, que me hizo sentir tanta pena como ternura, seguía manteniendo viva la esperanza de relanzar su carrera y revivir glorias pasadas. Espero que esa ilusión le haya dibujado una sonrisa hasta su última noche.