Marisa Lozano Fuego
Curvas peligrosas
Curvas peligrosas. Para los cánones. Para las fábricas. Para los productos anorexígenos. Curvas, curvas, curvas explotando en toda su magnificencia, hermosas , rebosando vida. Curvas redondeadas, hermosas, lúbricas, dulces, intensas. Curvas humanas.
Sí, esas, curvas. En el estómago, en los pechos, en torno a la cintura.
Curvas que son acariciadas, merecedoras de amor y respeto.
Curvas que ofenden a nadie, curvas que no tienen la culpa de que los pantalones sean estrechos o de que los maniquíes sean irreales. Curvas que desafían los trastornos alimentarios, los complejos, curvas de esas que no nos dicen por dónde hemos de conducir.
Curvas de un helado, de un sueño, de un cansancio. Curvas, estrías, celulitis, preciosa, bellísima, pura. Que se cargan el photoshop, muy bravas, curvas que en una autopista no tienen límite ni callan.Curvas, sí, qué maravilloso escándalo, qué tremenda locura que revienten, exploten , griten, cómo me gusta ver las curvas de mujeres bellas, seguras, curvas de maternidad o cansancio, curvas que rompen la XL, curvas en los hombres tiernos, curvas que nos sirven de almohada para recostar nuestra cabeza en ellas. Porque lo plano es aburrido, es duro, duele. Por eso, curvas, muchas, desafiantes, estallantes, chillones, valientes. Curvas como océanos y mares, y curvas como tempestades. Las mías, las nuestras, las vuestra. Curvas.
Patrimonio de la humanidad. Humanas. Porque eso somos.
Y qué maravilla, excitante, conducir por una autopista que jamás sigue un sendero marcado.
Curvas, peligrosas, amables, atractivas, poderosas. Curvas cercanas, curvas sin filtro.
Curvas.
Adoro cada uno de sus centímetros.
De los vuestros.
Curvas.
Conduzcamos.A pecho descubierto. Para este viaje nadie necesita carnet.