Beatriz Suárez-Vence Castro
Para ser feliz
Mi admirado Loquillo decía, en la letra de una de sus canciones allá por los años ochenta, que para ser feliz quería un camión.
Yo quiero un carril bici para el centro de Pontevedra. Loquillo y yo, como mucha gente, buscamos la felicidad en las cosas sencillas de la vida.
Supongo que, después de tantos años pidiéndolo, el roquero del tupé mejor puesto de España, haya conseguido su camión. Yo sigo erre que erre con mi carril bici.
El pasado 15 de Abril fue el día Internacional de la Bicicleta y comprenderán que no pueda dejar pasar la oportunidad de preguntar en la alcaldía desde esta humilde tribuna "cómo va lo mío". Porque ahora que la Primavera parece ir en serio, yo ya puedo sacar mi BH Bolero blanca a la calle. Es el único vehículo que poseo (exceptuando una piragua que no es de utilidad en mis desplazamientos urbanos) y estoy tan orgullosa de ella como pueda estarlo cualquier millonario de su Rolls Royce.
El problema es que el resto de los viandantes no sienten tanto orgullo cuando me ven con la bici, ni tampoco cuando ven a mis compañeros ciclistas. En esta ciudad nos pasamos la vida incordiándoles por no tener un espacio definido para circular.
Los coches no nos quieren en la calzada. Nos pitan, nos insultan, nos desplazan. Entonces, abochornados e histéricos perdidos nos trasladamos a las anchas aceras fruto de la "peonalización". Allí tampoco somos bien recibidos, aunque vayamos con todo cuidado y procuremos abrirnos paso entre las terrazas, los grupos de familias numerosas con carrito de niño, abuelo con bastón y perrito con correa extensible que se paran justo en el medio a charlar de sus cosas. Porque ellos, como son peatones, tienen su parcela de calle. Son la élite entre quienes circulan por Pontevedra.
Los coches lo tienen mal. Pero nosotros, los ciclistas urbanos, somos los parias, la casta más baja. No podemos mirar a los ojos ni de conductores ni de peatones sin que nos maldigan. Así que vamos con la vista al frente procurando mantener la concentración en la conducción y sus múltiples obstáculos, para no matarnos ni matar a nadie en una más que posible colisión.
De vez en cuando aparece un colectivo como Pedaladas, que reivindica el uso de la bicicleta o una tímida campaña de concienciación dirigida a los adolescentes para que la utilicen para ir al Instituto; campaña mal orientada de raíz porque los adolescentes, por definición, pasan de todo lo que intente concienciarles de algo.
La verdadera concienciación es la que necesita el conductor o el peatón para entender, por fin, que la bicicleta es un vehículo tan respetable como otro cualquiera y también, reconozco, algunos ciclistas que son la vergüenza del colectivo por ir como locos esquivando señoras mayores con bastón.
He estado buscando en la red otros artículos sobre el día Internacional de la Bicicleta.
Como Pontevedra es modelo de ciudad, especialmente, por lo visto, en Hong Kong que son muy de ir en bici, pensé que probablemente mencionarían nuestra ciudad como una de las mejores del mundo para tales menesteres. Pero nada. Lo de siempre: Copenhague (que es donde yo he sido más feliz con una bici y sin ella), Amsterdam, Pekín, pero nada de Pontevedra.
Desconozco si el problema es que la página no está actualizada o si efectivamente hay un error en nuestro modelo de ciudad o alguna incoherencia, como pueda ser el hecho de promocionar el uso de la bicicleta sin que haya un carril urbano para poder circular con ella. No sé a qué obedece la no inclusión de Pontevedra en el listado. Pero en todo caso me hace un poco menos feliz.
Y yo, como Loquillo, quiero serlo. Sobre todo en Primavera.