Manuel Pérez Lourido
Gemidos
¿Qué es un gemido? En serio. No pregunto por la vaga noción de gemido que todos tenemos, como gemidores ocasionales que somos, gemidores en potencia, gemidores sin fronteras. Pregunto por la esencia del gemido. Aquello que lo puede definir de tal manera que cualquier persona puede distinguir, sin ningún género de dudas, un gemido de un lamento. Y no digamos un juez. No sé si un juez es alguien ya intrínsecamente dotado para distinguir este tipo de cosas. Pero alguno incluso es capaz de oler la causa de los gemidos aunque estos se produzcan en diferido porque tienen unos talentos sinestésicos de especial magnitud. A este tipo de personas con superpoderes uno acaba temiéndolas. De hecho, si un día tengo que comparecer ante un juez, suplicaré a mi abogado que me consiga uno que no sea experto en gemidos ni en ningún otro tipo de manifestaciones personales e intrasferibles. Que averigüe si ha escrito tratados sobre la etiología del gemido y así. Ya sé que no sirve de nada. Ese es el problema: que estamos al albur de que te toquen jueces con extrañas capacidades, capaces de pontificar sobre si el quejido es gemido o en el lamento hay una raíz de gozo que clama por brotar, reclamando su sitio en este mundo.
La RAE dice que gemir es emitir sonidos que expresan dolor, pena o placer sexual. Si uno solo es capaz de discriminar este último tipo debe de tener una mente inclinada ello, sea juez o relojero.
El país entero se estremeció la semana pasada por una sentencia que, para distinguir entre violación, abuso y orgía, había (al parecer) que ser un experto en gemidos, secretas intenciones, deseos ocultos, anhelos no manifestados y la mera exposición a la luz de la brutalidad humana (la intimidación coercitiva, la violencia pasiva, la posición de abuso). Lo que cada uno ve en el video en el que se fuerza a una mujer es una proyección de lo que tiene dentro. Los ojos contemplan las mismas imágenes pero lo que hay en los cerebros es el elemento clave, puesto que ahí es donde se interpretan. Ya si luego además lo que ves es “un ambiente de jolgorio y regocijo” está muy claro con quien te estás identificando. Lo mejor que uno puede hacer es echarse a temblar.