Paula Villaverde Ferreño
9 de mayo, Día de Europa
HOY, 9 de mayo, celebramos El Día de Europa. En un contexto actual donde el proyecto europeo está más que demonizado por los euroescépticos (aquellos que quieren dinamitarlo) y cogido con pinzas por los pro-Europa (los que creemos en la Unión), advierto más la necesidad de celebrar este Día.
El 9 de mayo, según la Comisión Europea: "celebra la paz y la unidad del continente europeo". La fecha es el aniversario de la histórica "declaración de Schuman". En un discurso pronunciado en París en 1950, el ministro francés de Asuntos Exteriores, Robert Schuman, en el que expuso su idea de una nueva forma de cooperación política en Europa que hiciera impensable una nueva guerra entre las naciones europeas. La propuesta de Schuman se considera el comienzo de lo que es hoy la Unión Europea y desde entonces se suceden actos de celebración cada 9 de mayo.
Cooperación, la premisa por la que se creó Europa. Sin embargo, esta cooperación hizo flaquezas cuando hubo que mostrarse solidario y "cooperativo" con los otros Estados Miembros (EM) cuando llegó la crisis económica y ahora la crisis migratoria a nuestras fronteras.
Las instituciones europeas nacieron de la necesidad de fomentar esta cooperación económica y política entre los EM. Pero debido a las consecuencias de estas crisis, la unión se rompió. La legitimidad de las instituciones se debilitó y el proyecto europeo tal como lo conocíamos, comenzó a desmoronarse.
Las secuelas de las crisis económicas han comenzado a cicatrizar, pero esto no resulta suficiente. Muchos consideran que la arquitectura institucional de la UE es demasiado compleja para los ciudadanos- ya han surgido propuestas de líderes europeos acerca de una posible simplificación de la misma- y los partidos populistas se han aprovechado de estas circunstancias. En mi anterior artículo mostraba una imagen general del panorama político en Europa y cómo estos partidos emergentes habían llegado para quedarse. Es la hora de volver a creer en el proyecto europeo; es claro que éste necesita una reforma, una refundación, como así lo denomina el eje Merkel-Macron.
Es esperanzador que, según datos del último Eurobarómetro publicado (febrero 2018), nueve de cada diez ciudadanos españoles (88%) se sienten ciudadanos de la Unión Europea. Además, los resultados relacionados con la identificación hacia Europa son mayoritariamente positivos entre los españoles (71% se sienten unidos a la Unión Europea).
Tenemos todavía margen para ello, hasta dentro de algo más de un año- la Eurocámara ha propuesto como fecha de elecciones a finales de mayo de 2019- para convencer a nuestros vecinos de que esto es importante.
Desde esta última década, Europa se ha enfrentado a grandes desafíos, algunos ya he hecho referencia; otros, como el terrorismo, o la incertidumbre que nos produce la salida del Reino Unido, han hecho que se dude de su importancia.
España se ha beneficiado de pertenecer a la UE. Durante estos más de 30 años (nuestro país entró a formar parte de la Unión a partir de 1986), muchas regiones empobrecidas se han favorecido de la inversión de diversas ayudas. Relacionado con ello, la mejora de las infraestructuras, proyectos europeos en investigación, tecnología y ciencia; en movilidad- qué decir del programa Erasmus- así como una mayor competitividad para nuestras empresas. Deshacer el mercado común sería una idea poco acertada viendo los muchos beneficios que lo rodean.
Hoy, pertenecer a Europa es pertenecer a un club en el que su credencial te da acceso a múltiples ventajas. Hoy, celebramos el tener esa tarjeta, la de ciudadanos europeos.
Celebramos pertenecer a una Unión de países que quieren– la gran mayoría- cooperar juntos, porque juntos han comprendido que son más fuertes.
Hoy, celebramos que Europa exista.