Luis López Rodríguez
Supremacismo amarillo
Me ha llamado Enrique, el independentista catalán nacido en Palencia y residente en Girona. Quería agradecerme el artículo que le dediqué hace cosa de un mes. Tras los saludos y formalismos de rigor, la cosa fue un poco como sigue:
- Oye, me he leído tu artículo.
- Así que fuiste tú.
- Sí, jajaja. Se te quedaron unas cuantas cosas por el camino, pero gracias, no es fácil encontrar en los periódicos versiones que no se limiten a criminalizar a todo el independentismo.
- Bueno, tu historia me pareció interesante. Y, sí, uno se cansa de leer siempre los mismos puntos de vista sobre los mismos temas. Esta vez intentaré tomar notas para no dejarme nada atrás.
- ¿También vas a escribir de lo que hablemos hoy?
- Obvio.
- Está bien, intentaré afinar el discurso para que no se note mucho el adoctrinamiento supremacista.
- Te advierto que no llevo puesto el lazo amarillo. Por si quieres dejar aquí la conversación.
- Muy fuerte lo de los lazos, Luis, ya que sacas el tema. Ya habrás visto los comentarios y las reacciones de algunos. Ahora resulta que pedir la libertad de nuestros representantes políticos, pedir que la justicia haga lo mismo que se ha hecho en Alemania, Suiza, Bélgica y Escocia, es supremacista e incita al odio. Es difícil pervertir más la realidad. Que lo diga un tabarnés en la calle, pues mira, también hay indepes que sólo ven fachas, pero que lo hagan representantes políticos en el Parlament sobrepasa todos los límites. Supongo que habrás visto lo del otro día.
- ¿El qué?
- Lo del diputado que quitó un lazo amarillo de la bancada del Govern y lo lanzó al suelo entre las risas y aplausos de sus compañeros.
- Sí, lo vi. Me pareció muy hooligan.
- Es que no lo soportan, Luis. Les da igual que se esté abusando de la prisión preventiva, no les importa que las acusaciones sean desproporcionadas, sólo quieren que desaparezcamos, que dejemos de tener representación política. ¿Y luego qué? ¿Cuáles serán sus planes para nosotros, los votantes? ¿Piensan ir denunciándonos uno a uno de terrorismo, de tener ideas anticonstitucionales, de incitar al odio? Al final va a ser cierto que sólo van a ver españoles, sus españoles, claro.
- No os la van a poner fácil, la verdad. Conste que vuestros representantes también se lucen. Menudo currículum gasta el nuevo presi.
- Ya, ha sido un error estratégico importante, sobre todo por la batalla internacional que ya teníamos medio ganada. Según Guillem Martínez, un periodista que te recomiendo leer, la elección se debe a la selección negativa de los líderes. Es algo complicado, pero él lo cuenta muy bien.
- Me encanta Guillem Martínez, creo que es quien mejor ha explicado toda esta locura del procés.
- Por eso nadie lo lee ni habla de él. Pero mira, y sin que sirva de precedente, voy a romper una lanza a favor del presi. Desde el día en que se conoció su nombramiento le han llovido insultos desde todos los partidos políticos; le han llamado de todo y él no ha entrado en ninguna provocación. A parte del desafío político, que es para lo que les hemos votado, se ha limitado a pedir diálogo en un tono muy correcto.
- Ya te anticipo que ese diálogo no tendrá lugar. Ahora los políticos se van a centrar en la moción de censura. Salga adelante o no, a quien acabe ocupando la presidencia le van a recriminar cualquier inclinación al diálogo como una concesión a los soberanistas, así, con estas palabras. Sabes tan bien como yo de qué lado está la prensa.
- Ya. Lo más gracioso es lo que dicen algunos, eso de que no se puede apoyar la moción tal y como andan las cosas por aquí. Lo dicen quienes han decidido que esto se solucionaba con palos y cárcel. Y digo yo, ¿Qué han conseguido? Que estemos más unidos y no nos movamos ni un milímetro de nuestras posiciones. Si la idea es controlar las instituciones hasta que les votemos a ellos, lo llevan claro. En algún momento tendrán que bajarse de la burra y asumir que, o se abre el diálogo, o encierran a dos millones de personas. Y, siguiendo con lo de la moción de censura, ¿a ti qué te parece?
Les ahorraré mi análisis sobre las diferentes alianzas y estrategias políticas derivadas de la reciente condena por corrupción al partido en el Gobierno.
Con Enrique la cosa ha quedado en que la próxima vez lo llamo yo.