Paula Villaverde Ferreño
Elecciones Europeas, comienza la cuenta atrás
A menos de un año de las elecciones europeas -España vota el próximo 26 de mayo- la Unión apura sus últimas reformas económicas e institucionales. En un contexto donde continúan las amenazas nacionalistas tras varias citas electorales clave para el europeísmo, los partidarios de la integración buscan incrementar la participación y acercar su proyecto a toda la ciudadanía.
Entre estas reformas, la nueva distribución de escaños aprobada por el Europarlamento: se reduce el tamaño de la Cámara (751 asientos), donde pasa a estar compuesta por 705 eurodiputados.
Este nuevo reparto responde a los 73 escaños vacantes del Reino Unido tras su salida, donde se ha decidido que 46 se reserven para futuros Estados miembros, y que los 27 restantes se dividan entre 14 países comunitarios. España se ve beneficiada con esto, ya que pasa de tener 54 a 59 eurodiputados a partir de 2019, recuperando la representación que le corresponde en base a su población, también al contar con mayor número de representantes, se beneficia de mayor visibilidad. La nueva fórmula supone que ningún país de la Unión perderá escaños y busca mayor proporcionalidad. Podéis consultar en esta tabla el número de escaños que corresponderán a cada país tras la redistribución.
Cada cinco años los europeos elegimos a nuestros representantes al Parlamento Europeo, la institución elegida de forma directa que defiende nuestros intereses en el proceso de toma de decisiones en la UE. Los sistemas de elección varían según los distintos países, aunque hay algunos elementos comunes.
España es uno de los Estados Miembros (EM) que realiza los comicios en una única jornada electoral, como sucede con la mayoría de las 27 naciones de la Unión Europea, pero el proceso dura cuatro días, del 23 al 26 de mayo. Cada país tiene su propio sistema de voto, por lo general similar al que emplean en los comicios legislativos a nivel nacional.
En las elecciones de 2014 los principales partidos políticos europeos designaron por vez primera sus candidatos a la presidencia de la Comisión Europea, el órgano ejecutivo de la UE. El candidato del partido que obtuvo más votos (Partido Popular Europeo) logró el puesto de presidente de la Comisión tras obtener la aprobación del nuevo Parlamento. De este modo, al votar en las elecciones europeas los ciudadanos no solo tuvimos la oportunidad de influir en la composición del Parlamento sino también de determinar las personas encargadas de proponer y gestionar las políticas de la UE.
Esta nueva medida, el "Spitzenkandidat, cabeza de lista", afirman sus defensores, "se ha convertido en el símbolo de la reforma democrática de Europa".
Con el proyecto europeo en tela de juicio, esta fórmula electoral acerca a los ciudadanos el funcionamiento de las instituciones europeas, ofreciéndonos la posibilidad de participar en la elección de quién estará al frente de la Comisión.
Esta propuesta quería complementarse con la opción de presentar unas listas electorales trasnacionales- en paralelo a las nacionales- donde los eurodiputados plantearon la posibilidad de establecer un electorado conjunto en toda la UE, y donde la circunscripción de los candidatos no seguiría siendo únicamente el país que representa. Sin embargo, esta idea fue descartada por el pleno del Parlamento.
Los esfuerzos realizados por los líderes europeos para tratar de incentivar la participación en las elecciones, llegar al ciudadano con sus acciones legislativas y hacer partícipes a todos los Estados Miembros de sus políticas; se vieron recompensados con los resultados del último Eurobarómetro publicado (mayo de 2018) donde se exponía que: el 50% de los europeos se declara interesado por las elecciones de la UE (...) y el 49% de los europeos asegura que conectar las elecciones europeas con la designación del presidente de la Comisión Europea -un proceso que en la jerga comunitaria se conoce con el término alemán "Spitzenkandidaten", que significa "candidatos líderes"- les motiva para volver a votar.
Las últimas elecciones europeas mostraron la gran contienda entre los euroescépticos con sus mensajes más populistas -nutridos por la crisis económica y social- y los europeístas, tratando de reforzar el mensaje unitario. Fue en estos comicios, donde se abrió la puerta a los grupos euroescépticos.
Ha comenzado la cuenta atrás para saber qué ocurrirá en esta próxima cita electoral.
Por lo de pronto, hoy se celebran elecciones en Suecia, donde el apoyo a la xenofobia está sumando adeptos. Este avance de la ultraderecha ha provocado que suenen de nuevo las alarmas en Europa. Los sondeos vaticinan una victoria socialista y donde el segundo puesto estaría ocupado por Demócratas de Suecia (SD) quien se disputaría esta posición con los conservadores. Como ya ha ocurrido en otros países del continente europeo, la inmigración ha jugado un papel clave en el ascenso de este partido.
En relación con ello, si dirigimos la mirada a Alemania, podemos ver como el AFD -partido de ultraderecha- continúa recibiendo apoyos: tras una serie de incidentes ocurridos, la extrema derecha alemana sigue alimentando los temores una invasión musulmana (recientemente, se celebraron en el este de Alemania, unas manifestaciones en apoyo de estos vítores xenófobos).
Merkel, entre tanto, presenta a Manfred Weber como candidato a representar al Partido Popular Europeo (PPE) para suceder al actual presidente de la Comisión Europea.
A menos de un año de las elecciones europeas queda mucho por hacer: como primera de las acciones a plantearse, una política de asilo que gestione la crisis migratoria. Pero esto ya es tema de otro artículo.
Ahora, como bien decía Bono (U2) en un reciente artículo, "Europa es un pensamiento que necesita convertirse en un sentimiento" y sólo lo conseguiremos defendiendo los valores por los que se creó la Unión, sólo así lograremos los europeos mantener el proyecto alejado de las amenazas de los nacionalistas que quieren dinamitarlo.