María Biempica
El paraíso encontrado
No hay nada más inspirador que la propia vida o la de aquellos que de manera directa o indirecta nos rodean. Y es que cada vez que salgo de casa se presentan múltiples historias con las que afortunadamente empapo mi mundo. Algunas de aparente cotidianeidad pero que envuelven enigmas inexplicables. Otros días, hechos extraordinarios se muestran tan simples que hacen que me cuestione el por qué no los siento como lo que son, extraordinarios.
Y esa mezcla de normalidad y magia es la que se presenta cada verano en el Náutico de San Vicente do Mar de la mano de su propietario, el genuino Miguel de la Cierva en la playa de la Barrosa. Cada año nos recibe con su amplia sonrisa a pesar del notorio cansancio acumulado tras días y noches dedicadas a este pub convertido en una de las mejores salas de conciertos a nivel nacional. Y eso sí que no fue por arte de magia. Su visión de futuro, sensibilidad por la naturaleza y su amor incondicional hacia la música han sido claves para conseguir que todos aquellos que conocen este envolvente lugar se enamoren en primer lugar de Miguel, y después de cada músico.
Y para nada se trata de un recién descubierto paraíso terrenal, ya que Miguel aterrizó en este edén pontevedrés hace poco más de veinticinco años. Y año tras año y concierto tras concierto, ha logrado convertir este sencillo lugar en una cita inexcusable cada verano.
Conciertos íntimos en un ambiente insuperable en los que puedes disfrutar de artistas desconocidos o estrellas del rock de una manera tan singular y cercana, que todos y cada uno de sus componentes hacen que te sientas parte de algo muy importante. Y es que la música nos hace libres, y con ella los niños se convierten en adultos y los adultos volvemos a ser niños. Y casi a mediados de septiembre y a pesar de las altas temperaturas, ya se huele el otoño. Y este invierno lo sentiremos más cálido sabiendo que el Náutico pronto volverá a abrir sus puertas a todos los incondicionales de este paraíso encontrado.