Manuel Pérez Lourido
Hojas de otoño
Las primeras hojas de los árboles sobre el suelo anuncian el cambio de estación, el tránsito del dinámico y expansivo verano al melancólico e introvertido otoño. Las parejas se pasean, acurrucadas bajo un halo romántico, y constituyen el motivo perfecto para la fotografía de un estado de ánimo. El resto de los mortales se duelen de su condición mortal, atravesados por una nostalgia de lo infinito y esas hojas que alfombran el presente parecen pequeños lamentos amarillos que brotasen del alma.
El otoño es la estación de los poetas y de los que no tienen estación favorita. Un punto intermedio, cálido aún, entre la euforia y el silencio. Darse un paseo al atardecer es convocar a la tristeza, que aparecerá sonriendo vestida de frac, te mirará a los ojos y te invitará a bailar con ella una vieja canción de Simon y Garfunkel. O de Jim Croce.
El final de las vacaciones ha traído una letanía de proyectos que en realidad solo son la reedición de antiguas intenciones nunca concretadas, de nuevas tareas que ofrecen el beso inexpresivo de la rutina, la cuál, desapasionadamente, ofrece su ayuda para recomenzar. Todo está envuelto aún en una especie de niebla, como si algo fuese a nacer pero todavía no. La única manera de afrontar físicamente este tiempo viejo y nuevo es con las manos en los bolsillos. Así es como se debe caminar entonces, como hemos atravesado la adolescencia y en general cada momento crepuscular de nuestras vidas.
Una terraza, una cerveza, un cigarrillo, la compañía de amigos o amores. Todo eso ayuda también a viajar hacia nosotros mismos, a reafirmar nuestra posición de soldados del tiempo. Las calles recobran su aspecto de anfiteatro de los sentimientos a flor de piel y abandonan el disfraz de circo romano que habían puesto para atravesar la estación más calurosa. Hasta las nubes se mueven pensativas, creciendo sin prisa, anunciando también una guerra en el invierno, que de momento es tan solo horizonte distante. Tus ojos acarician la piedra y la madera, buscan ángulos en donde hallar descanso para la reflexión, que es la asignatura favorita del trimestre, con frecuencia la que se suspende.
El otoño es una piedra preciosa que hay que tallar con voluntad e inspiración para crecer mientras envejecemos.