Bernardo Sartier
El dolor delgado
Podría ser el título de una cinta de Truffaut, pero es lo de la Ministra de Justicia, Dolores Delgado, que se convirtió en un cólico grueso, en una litiasis renal de anchurosos que son los dolores de Dolores. Nadie resistiría una grabación privada, cierto. Con todo, la Notaria Mayor del Reino extendió un acta presurosa de homofobia y homofilia. A partes iguales. La fobia la presidía Marlaska y la filia un tribunal integrado por hombres que ella prefería alas féminas.
De un gobierno feminista esperaba yo una tonada LGTBI, un canto a la polisexualidad abierto e integrador. Pero Dolores se nos quedó en la ingesta varonil y marisquera, en el comentario cafetero y en ese pregón novedoso respecto de los gustos sexuales de un togado. Qué quieren que les diga. Hubiera preferido, mejor que el Marlaska es maricón, un análisis cualitativo de sus sentencias.
Hay una gradación de la reprobación y en ella emerge Villarejo, pero esa emergencia se produce sobre una procela a cuya formación concurrieron progres estéticos que mataban ciervos en una cacería: Bermejo, Garzón, Dolores-Lolita-Lola. Hay foto. A sus pies, naturalezas muertas, ciervos a los que veo la cariña y veo la de mi perrita Tess, y entonces me dan ganas de coger a mí la recortada.
Bermejo dimitió, a Garzón lo "dimitieron" y la ministra pone sus barbas a remojar. Mi reproche es a esa parte minoritaria de la izquierda que mata animales en incomprensible solaz cinegético. Porque la caza, lo explicó Saura en su peli, es la expresión cruel de la superioridad intelectiva,la sevicia del ser autoconsciente que maquina quitarle la vida a un rebeco, inocente incapaz de prever las tretas del gran depredador humano.
O sea que Dolores-Lolita-Lola dijo que Marlaska veía a Epi y Blas y nos quedamos con el bocadillo de la infancia a medio comer. Y como sucedía en La caza blanquinegra de los páramos madrileños, en España no hemos dejado de matarnos, solo que ahora, en vez de fusil utilizamos la palabra, que es mucho más hiriente y no deja rastro sanguíneo.
La pregunta es ¿y luego qué? Pues nada. Luego nada porque Sánchez fue a chapurrear madringlis con Trump mientras el CIS fogoneaba una encuesta, porque el CIS de Tezanos (al que quiere saber, poco y al revés) se parece a la cocina del infierno. Tezanos ya es como Chicote con la motosierra de La Matanza de Texas abroncando a un cocinillas guarro en cuya despensa cuelgan estalactitas de moho. No cabe descartar que éste CIS lo haya salpimentado en olla exprés
Tezanos sin levantar la válvula de seguridad, asumiendo riesgos o que le vuele los morros a él y al PSOE. Villarejo dijo que era un tipo paciente y que no le importaba esperar para atizar una hostia. Pero esto no es una hostia única, es Faluya en modo REC e indiscriminado. Porque Villarejo es otro cocinero, pero en vez de demoscopia introduce cacas infecto-contagiosas en la olla y el cabrón no la tapa. Es como la exquisita olla podrida burgalesa pero con mierda en vez de morcilla de arroz.
Villarejo ya es mayor pero sigue en forma. Tan en forma que Rosa María Mateos, la regenta, debería ponerle un programa en el que, calentadores en la tibias y tutú tipo Eva Nasarre, hiciese Villarejo flexiones al ritmo de la música: Y uno, y dos…Detrás, Profident Casado, Doctor Sánchez y Naranjito Rivera, aeróbicos conversos siguiendo al maestro ¿imaginan?: “En forma con Villarejo”, podría titularse el espacio.
Con que tenemos a Dolores-Lolita-Lola presa de un ataque de histeria contenida. O desatada. Y es que gritaba tanto en el Senado replicando a la rapaza del PP que hasta su compañera Margarita Robles fruncía el entrecejo como cuando en la verbena del pueblo te toca escuchar la orquesta Panorama al lado del bafle, y hasta parecía inflamársele a Margarita un flemón en la carrillera izquierda.
Cierto día, Billy Wilder visitó al urólogo. Doctor, me cuesta mear, no meo como antes; ¿Cuántos años tiene, Billy?; noventa y cuatro, doctor; ah, entonces ya ha meado bastante. Villarejo, como Wilder,micciona mal por el meato pero es capaz de mear en cascada grabaciones horrísonas.
Villarejo es una garganta profunda que orina intimidades por la gorja y hay que apartarse que salpica. A Villarejo ya lo tienen en la cárcel en plan Hannibal Lecter y algún político casi prefiere el Alzheimer para no recordar si sacó la lengua a pastar el día en que comió con aquel comisario tan afable, con aquel honorable servidor público que conocía como su propia casa los colectores del reino, mayormente los de fecales.
Hernando, jacarandoso, solicitó la dimisión de Delgado, pero debería empezar por Villalobos, que se ríe de usted y de mi huroneando en internet trapitos para ponerse. Dicen que a este gobierno le llaman El club de los ministros muertos porque no aprendió de la auctoritas de sus predecesores, capaces de hacer política y país, verbigracia Felipe.
Felipe hablando de los resultados electorales de Gerona hizo más política el otro día de la que Sánchez sería capaz de hacer aunque viviera las vidas de todos los gatos del mundo. Felipe aplico en su gestión la máxima de oro de Benjamin Franklin, aquella de que en la vida solo hay dos verdades, la muerte y los impuestos, pero Sánchez no incluyó este axioma en su tesis.
Lo siento por los sanchistas, pero comparando a Sánchez con Felipe me acuerdo del periodista que interrogó al presidente de la república italiana, Sandro Pertini, aquel vejete vuelto de todo y listo como un ajo. Presidente ¿va a convocar elecciones?; respuesta: sí; para ganarlas ¿no?; Pertini observó al reportero a través de unos anteojos mínimos, como miraría una culebrilla avisada al ratoncillo a punto de caer en sus dientes y contestó ¡nooo…para perderlas!