Pedro De Lorenzo y Macías
La Herrería se engalana de Navidad. Sucesos e Historia.
Fotografías: © Pedro Herrera Álvarez
Era en diciembre del 1970, en la noche y amanecer abundantes copos de nieve gélidos cubrieron la Herrería de blanca navidad. Mayores y niños disfrutaron de lo lindo: combate de nieve, graciosos muñecos, emanando alegría y festejo.
Pedro Herrera se acercó con su locomotora castañera. Había que ganar el sustento. Con unas palitas, junto con su familia, confeccionaron este gracioso, enorme gordiflón de fantasía; no faltó el toque femenino: una buena bufanda para evitarle catarros o gripes del momento.¡Cuántos recuerdos de nuestra infancia! Jugamos, peleamos, nos divertimos sin conocer su historia.
Esta plaza destella un típico anhelo de bellos recuerdos. Los soportales enigmáticos, silenciosos, encierran gran historia de la ciudad y su meritoria aportación en la Reconquista.
Bajo ellos, el gremio de herreros (ferreiros) ubicaban sus forjas y negocios; elaboraban espadas, escudos, diferentes objetos de dureza férrea. Se hicieron famosos en la Península y otros países. En agradecimiento Enrique IV galardonó a la ciudad con la "Feria Franca", durante 30 de día de agosto: los mercaderes y otros gremios estaban exentos de diezmos (impuestos). Hoy se celebra dos días, aumentando las arcas municipales.
Nuestra tierra es mimada por abundantes lluvias. El gremio se servía del cobijo de los míticos soportales y de las corozas. En tiempos de lluvia, usaban un gabán de naturaleza: las corozas, el impermeable prehistórico.
Estudios de distintos antropólogos sitúan esta prenda en la prehistoria, que llegó a nuestros tiempos; los conocí en mi niñez en Fragoso, San Andrés de Xeve. Para su confección usaban el "juncus efusus", noso xunco.
Crecía en prados húmedos, al borde de arroyos, ríos. Era abundante en tiempos de antaño, apreciado por el ganado. Es fibroso, lo cortan en verano. En su elaboración hay que mazarlos hasta que se abran en longitud; movimientos circulares al mazo de juncos para que expulse la médula. Se logra deshilacharlo y ya se tiene una prenda burlándose de la lluvia, que resbala con enojo.
La existencia de esta plaza está documentada desde 1325-1330. El nieto de Enrique IV, Carlos V financió la construcción de una fuente en 1537; la finalizaron en 1554, en el centro de la plaza. Esta fuente acogía a los sacrificados peregrinos jacobeos. Tenía su acceso por la antigua Puerta de Trabancas, entrada en la zona amurallada. Los hogareños y visitantes le brindaron esta cantiga: "Pontevedra é boa vila, da de beber a quen pasa. A fonte na Ferrería, San Bartolomé na praza".
En 1857 deciden ubicarla frente a la Facultad de Bellas Artes; la desmontaron, no realizando el traslado. Permaneció guarnecida por la Sociedad Arqueológica. En 1928 la instalan en los jardines de Casto Sampedro, donde sigue erguida, no lejos de su origen natal. En nuestra niñez era de entretenimiento, subiendo al círculo pétreo que protegía sus aguas. Alguno recibió un buen remojo, broncas, tirones de orejas y alguna patada en el trasero del guardián, con una blanca bacinilla de sombrero ¡Eran tiempos de orden, no vandálicos!
Su denominación, tema de discusión por gobernantes de cada época. En la Edad Media era conocida como plaza de Trabancas. En 1820 la denominaron Plaza de la Herrería, en recuerdo al gremio de los herreros.
En 1854, por capricho político, Plaza de la Constitución. En el siglo XX, unos años, Plaza del Generalísimo. Los lugareños siempre la mencionaban "a nosa Ferrería". ¡Algo insólito! La voz del pueblo aniquiló la notoriedad del momento, logró que se denomine "Plaza da Ferrería".
Fue y es el centro de grandes actividades cívicas: hubo corridas de toros, festejos teatrales, festivales musicales, exposiciones culturales. ¡Siempre llena de nuestros recuerdos! En la actualidad acapara festejos de eventos distintos: un abeto navideño futurista. ¡Cuánto amor hay a la foresta!
En el entorno se observan construcciones populares de una o dos plantas de los XV – XVII. Es la más visitada por el turismo, ya que tiene de vecinos el histórico convento de San Francisco, los Jardines de Casto Sampedro.
Al lado de Bar Carabela está la plaza de la Estrella. Observamos este antiguo pazo de los Barbeito, conocido como la casa de las caras. Entre ventanales vemos medallones con caras esculpidas en piedra. ¿Buscad la curiosidad? ¿Veis uno con gafas? Las caras son de personas desconocidas del siglo XVIII. En la calle Real existe una casa de diez caras, perteneciente a la misma familia, los personajes desconocidos. En tiempos fue una posta, en donde se relevaban los caballos de los carruajes y cambio del correo.
El carruaje más famoso de la época, se denominaba Estrella, de gran fama. Ya por su clientela, ya por la comodidad y prestigio, lo que originó el nombre de la plaza La estrella, con una fuente con fondo pétreo estelar. Logrando un ingenioso recuerdo acuático: su fuente, su plaza.
Pedro de Lorenzo y Macías.