Pedro De Lorenzo y Macías
Sueños e ilusiones navideñas
¡Qué sencillez de Belén! Belleza y el enigma del nacimiento. Un ángel, serio y ansioso, espera la llegada a este mundo del Mesías: reverenciado, alabado, humillado y crucificado. Me trasladó a los años de mi infancia.
En 1955 nos ubicamos en mi barrio de Fuente Santa. Nos asignaron el número 43. Ya había sido acogido en mi panda, explorado el territorio y sus alrededores. ¡Qué lindo, que belleza de duende tenía el bosque de San Román!
¡Ya pasado el Día de la Madre, la Inmaculada, la panda inicia preparativos para nuestros belenes! En cajas vacías de arenques, las llenamos de musgos. Las grandes rocas de nuestro bosque nos proporcionaron en gran cantidad. Era el más solicitado, apenas tenía tierra.
Guardamos el necesario, el resto lo ofrecimos por casas, consiguiendo un buen botín. Lo repartimos, me tocó unos céntimos de peseta. Con ellos, fui al Gran Garaje. Doña Amalia me tenía cariño.
- ¡Hola, Pedrito! ¿Qué buscas?
- Al Rey Baltasar. Aquí va mi dinero.
Su angelical sonrisa alegró mis ilusiones. ¡Qué grande era el Rey Baltasar! Mis hermanos se iban a morir de envidia. Ahora de mayor, sé
que me lo regaló la bondadosa Doña Amalia. ¡Siempre la recuerdo!
Iniciamos la construcción de nuestro belén. ¡Grandes disputas! Pepe hacía la maqueta, tenía mucho arte y era muy detallista. Manolo, el
mayor, organizaba la colocación de las figuras. ¡Eran unos caras! El musgo, serrín y algunas figuras las aporté con mi trabajo. Nos liamos
en una trifulca… Finalizó todos en castigo.
Firmada la tregua, colocan sus reyes. Melchor, manco y despintado. Gaspar de fastidio, a su camello le faltaba una pata. Mi Baltasar, más
alto, bien vestido, con un camello de película. Lo coloqué delante de los otros…, para que guiara a los dos inválidos. Armamos un barrullo de taberna. Hubo suerte que medio mi padre. ¡Nos libramos de los escobazos!
¡Sudor, pelea y lágrimas! ¡Por fin teníamos nuestro nacimiento! Carecía de Herodes.. ¡No importaba! Había pocas figuras.., ¡pero era
nuestro belén!
¡Llegó la víspera de Navidad! Nos agrupamos todas las pandas, incluso niñas. Unos llevaban pandereta, otros cacerolas, botellas de anís
vacías, armónicas. Vestidos de fantasía y festejos ¡A cantar villancicos, dando la vara! Nos obsequiaban con aguinaldos.
Doña Carca era alérgica a los de la panda y a las niñas, nos odiaba a rabiar. Un poco alejados, le brindamos este villancico: "Ya viene la
vieja". Se mosqueó, salió bramando palabrotas con un buen garrote. Tropezó y la que se lio. Nos largamos. Un tumulto de chillidos y gente en su ayuda. Le cantamos y se enfada. ¿Tal vez fuese por el villancico: "Ya viene la vieja"?
Todos impacientes alrededor de la mesa. Nuestras lenguas se removían ávidas y golosas. ¡No apartamos los ojos de los turrones y otros dulces! Solo se comían al nacer el Niño Jesús. Se hacía eterno su nacimiento.
Pasamos la noche de fiesta: villancicos, teatrillos. Vinieron otros vecinos y se armó el belén. Yo me peleaba con un trozo de turrón. ¡Qué duro y rico! Entre risas y bromas disfrutamos en familia. ¡Bellas añoranzas en nuestros recuerdos!
¡Feliz navidad!
Pedro de Lorenzo y Macías.