Antón Cruces
Desahuciando a Superman
El cine es vida. Y Pontevedra parece que está a punto de quedarse sin cines. Al parecer ADIF podría desahuciarlos de manera inminente. El 20 de mayo puede ser el principio del fin. Pero claro, qué más da. Si fuese otro tipo de empresa, que se yo, un club de fútbol mal gestionado por ejemplo, otro gallo nos cantaría, pero simplemente son unos cines.
Nunca he sido muy fan de los multicines, ese invento de los ochenta que se cargó parte del encanto del CINE con mayúsculas, pero es lo que tenemos. Tampoco creo que una ciudad como Pontevedra sea capaz de generar demanda para ocho salas. Aún así, que la ciudad se quede sin cartelera no se debería permitir. ¿Habrá un plan B no? Es lamentable. Somos muchos los fans de la pantalla grande que a pesar de la situación económica nos refugiamos en la oscuridad de una sala cuando podemos.
Como decía Arsenio Iglesias Non todo vai ser fútbol.
En Pleasantville (1998), una pareja de hermanos de nuestra época se introduce sin querer en una serie de televisión en blanco y negro de los 50 donde lo políticamente correcto campa a sus anchas. En Pleasantville cada uno tiene un rol muy marcado y muy tradicional. La actitud y el comportamiento de los dos protagonistas van contagiando gradualmente de color a ese entorno gris. La vida se abre paso.
A Pontevedra le empieza a pasar al revés. Es casi imperceptible, pero si uno presta un poco de atención el blanco y negro comienza a asomar en nuestras vidas. Algunas butacas del cine han perdido su color rojo intenso, la ropa de algunos escaparates del centro de la ciudad ya no muestra colores vivos, pero parece que nadie se da cuenta. Cada vez hay menos conciertos y en peores condiciones. La gente sale menos. No hay dinero. Que Pontevedra se quede sin cines es un aviso de que el blanco y negro nos empieza a ganar la partida. Y eso hay que impedirlo. Era lo que nos faltaba, que nos quiten el color.
Atrás quedan las largas colas que mi generación tenía que hacer a las puertas del Gónviz o del Victoria para asistir al estreno de Regreso al Futuro o la última de Indiana Jones. Colas que, en muchas ocasiones, daban la vuelta a la esquina. Sentarse allí era una experiencia totalmente mágica para un niño.
Han pasado muchos años, pero aún a día de hoy me cruzo por la calle de vez en cuando con el acomodador del Gónviz. También lo veo pálido y triste, como en blanco y negro. Me dan ganas de invitarle a casa, ponerme una película y darle una linterna. Pero no lo hago.
Así que no se asombren si este desahucio nos llena las calles de caras nuevas pero conocidas. A partir de ese momento los personajes que habitan esas salas tomarán Pontevedra. No se asusten si ven a Hannibal Lecter tomándose algo en la Oliva o a Marty McFly con su skate, enganchado a la parte de atrás de un coche por Eduardo Pondal. Don Vito Corleone buscará la solución al problema del blanco y negro en algún banco de la Herrería mientras ve jugar a los niños. Todos ellos y muchos más pasarán a engrosar la cola del paro.
Yo tiemblo al pensar que se han podido acabar las tardes de cine en mi ciudad. Me niego a creerlo, al menos de momento. Como en las buenas películas tiene que llegar ese giro, cerca del final del metraje, que todo lo arregle. Ya sabéis, alguien que irrumpa en la sala y que ponga las cosas en su sitio tras ofrecer un discurso impecable, como Al Pacino en Esencia de mujer.
Eso sí, hay que tenerlos bien puestos para desahuciar a Superman que vuelve en junio a nuestras pantallas. Donde esté ADIF que se quite Lex Luthor. Yo que ustedes no lo haría, pero los negocios son los negocios...
Así que si a golpe de junio divisan a Superman pedaleando a toda velocidad por la carretera de Marín dirección Seixo (ya saben ustedes que los poderes y la magia se pierde al poner un pie fuera de los designios de la sala) no se extrañen... es que llega tarde a su función. Allí sí que tienen cines.
¡Salud hermanos!
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15.05.2013