José Antonio Gómez Novoa
Ventana indiscreta: Ruido blanco
En el balcón dónde estoy asomado ahora, veo a lo lejos árboles, y una niebla que cubre la montaña. Intento escribir y tengo la sensación de que estoy ausente. Creo que la sobredosis de debates, precampaña (desde hace más de un año), campaña y las elecciones generales han provocado en mi un cansancio crónico que me supera. Nunca me ha costado despertarme por las mañanas, primero acariciaba el despertador, me levantaba ipso facto, y abría la persiana para dar gracias a quién corresponda por el nuevo día.
Después del 28 A que estuve hasta las 4 de la mañana zapeando por todo el arco mediático, no pego ojo, me levanto varias veces durante la noche para ver los resultados por municipios, leo todas las encuestas habidas y por haber, las ediciones digitales de los periódicos nacionales y de todo el mundo mundial. Me sumerjo en un pactómetro de una televisión nacional y barajo las múltiples alianzas que se pueden dar.
Por suerte, el lunes a la tarde vinieron a visitarnos unos amigos que tienen una niña pequeña y me hablan del llamado ruido blanco. Su hija de 2 añitos tiene un ritmo frenético, y para que se duerma conectan el secador emitiendo un sonido tenue. Está muy tranquilita mientras lo oye. Eso sí, ya les han dado la tarjeta Vip en la tienda de electrodomésticos (es ya, el octavo aparato que compran).
Buceo en las redes, y me bajo la aplicación "quieto parado", que por la módica cantidad de 6,95 euros al mes me garantiza un sueño reparador como mínimo de 6 horas. Un sonido, dónde las diferentes frecuencias están al mismo volumen. Audios que van desde: la canción de cuna de Brahms, un ventilador, un secador, lluvia, viento, la nevera, el latido cardíaco, un discurso de Churchill, música de Leonard Cohen….
No puedo cantar victoria, pero he descubierto la bondad de estos sonidos. Ahora bien, sólo un inconveniente, cuando me acerco a la lavadora, nevera o secadora tiendo a tumbarme en el suelo y permanecer relajado hasta que alguien me despierta.