Pedro De Lorenzo y Macías
El Calavera y la Reina de las choronas
Imagen inédita cedida por Matías de Cabo Landín.
Nuestro ilustre Prudencio Landín plasma en "De mi Viejo Carnet" la profesión de las "Choronas, choradeiras, plañideiras". Las pincela en el episodio:
"Secretos de bufete: las choronas". Página 513.
Recogemos esta historia. Rogelio, prototipo de calavera, de un tenorio de aúpa y otros desmanes, contrajo una gravísima enfermedad. Preocupado de
su entierro, caviló de que se le proclamase como esposo ejemplar y persona de grandes virtudes.
Filomena era gran experta en la profesión de las choronas; había varias categorías, sobresaliendo ella como reina. Era costumbre que en los velatorios, entierros, estas profesionales, llorando a grito pelado, ensalzaban al muerto. Aún siguen resquicios de esta profesión.
Filomena era la más costosa; su fama era de gran reconocimiento. Tenía un problema: "Creía que los muertos recientes eran mensajeros para contactar
con los que estaban en el más allá, incluso que podía llevar un queso del país o una carta".
Rogelio la llamó y entre los dos tuvieron una seria conversa, que materializó en escritura testamentaria.
- Señora Filomena. Mi vida se va acabando. Le expongo mi voluntad en el velatorio, y en la conducción de mi cadáver.
- Usted dirá, Don Rogelio. Según la oferta dineraria, se pueden hacer milagros.
- Usted contrata a cuatro choronas para llorar desde la casa mortuoria al cementerio.
(Se hace silencio y Filomena exclama).
- Dijese en voces altas y fuertes para los acompañantes de la comitiva: Rogelio fue un gran trabajador, honrado y un buen marido. Las calumnias que popularon sobre amoríos con otra mujer, son infundadas.
- ¡Eso es, Filomena! Debes repetirlo tres veces, con buena voz, fuerte y clara. Una en el acompañamiento, hasta el circundado de Miguel, (el presunto cornudo); Lo mismo al entrar y salir de la iglesia. Recibirás 80 reales, siempre que cumplas lo acordado.
Cerrado el trato. Rogelio dejo en su carta testamentaria que se efectuase el pago a Filomena, por sus servicios según lo acordado. Murió Rogelio.., y
¡menudo desenlace!
Filomena pasó de lo acordado: que no fue un gran esposo y persona honrada. No se cansó de repetir; creía que el muerto era portador de noticias de este mundo a los que estaban en "lo descocido". Exclamó varias veces:
- Adiós, Roxeliño e dalle alá recuerdos a meu tío Valentín e dille que a fin de ano casarase Rosa, e dille tamén que se coide porque xa aquí era dado a os costipados e as tercianas".
Nuestro ilustre Prudencio Landín finaliza: "Se rescindió el contrato, en paz y sin litigio. La astuta Filomena se explicaba que no quería hablar de Rogelio,
ya que su misión era hacer llorar y no provocar risa:
- "Si me atreverá a gabalo como marido. Íbame a petar a risa e o acompañamento do enterro".
De pequeño he asistido alguna de estos velatorios. La viuda, en sala distinta, era consolada por choronas. Los hombres iban despachando buenas
viandas, regadas con vinos, aguardiente. Pasada gran parte del velatorio, salían relucir las grandes hazañas del difunto.
Pedro de Lorenzo y Macías.