Mar Seaxá
Comer verduras
Hace más de dos años que soy vegana y nunca imaginé que una decisión personal y que no hace daño a nadie, fuera causa de incomprensión por parte de los no lo son. Quizás en parte sea porque es una cuestión que remueve conciencias, como una vez me dijo una amiga. La verdad duele.
Alguna gente me pregunta qué es eso de comer verduras ante la hilaridad del público menos sensible. Lo voy a explicar. Ser vegano significa tener una postura ética ante la matanza de seres sintientes. Animales a los que no les damos la importancia de nacer, amar, temer, gozar, sufrir.
Son meros instrumentos en manos de la industria de la alimentación, empeñada desde hace más años de los que imaginamos en apartar la capacidad de sentir de los animales, que ese sentir se vea solamente en anuncios de leche en los que aparece una vaca pastando feliz en un campo. Eso sólo pasa en los anuncios. Anuncios en los que nuestra conciencia quede tranquila y no nos importe saber de dónde sale esa leche. Animo a todos a que averigüen en esta era de la información lo que en verdad pasa. En serio, no es nada difícil, sólo hay que tener ganas de saberlo.
Lo mismo digo de la industria cárnica, en la que hay variedad de animales de los que también nos importa muy poco cómo han llegado hasta el supermercado, o de los animales dedicados a la diversión humana.
Fijaos, de todas las especies que hay sobre la tierra sólo los humanos nos dedicamos a divertirnos a costa de otras especies animales. Hablo de delfinarios, de animales que son drogados para una cosa tan banal como la de que nos hagamos una foto con ellos, de pájaros ridículamente amaestrados, al igual que otros animales de circo.
Somos una especie cruel con nosotros mismos, eso no se podrá negar, pero cuando hablamos de crueldad hacia los animales, parece que se están diciendo barbaridades. Y desde luego los toros, ese supuesto arte que tanto parece importar a cada vez menos gente. No hay mayor incongruencia, toreros y espectadores defendiendo el amor hacia esos animales. Se parece mucho ese amor hacia los toros al amor de muchos asesinos machistas, que quieren tanto a una mujer que la matan. Exactamente lo mismo.
En mi corta vida como vegana, mi arrepentimiento por no ver antes ese abuso contra los animales me lleva a ser activista con una organización internacional en la que mostramos, mediante vídeos, la verdadera cara de la industria cárnica, lechera, pesquera, de todo aquello que causa dolor a un animal. La reacción de la gente que no se plantea el veganismo es de lo más exótico. Hay que decir que nadie les obliga a ver esas imágenes pero ellos mismos deciden que deben dar una explicación por comer animales. Otra vez estamos hablando de la conciencia y esa necesidad de tranquilizarla.
Dicho todo eso, yo no voy diciendo por ahí que soy vegana a no ser que me pregunten. Desde luego, si lo hacen, intento explicarles mi postura, pero jamás me veo como una extremista que quiere obligar a alguien a convertirse. La transición debe ser una opción personal después de un análisis objetivo de la situación. Pero sí veo una actitud crítica y hasta violenta hacia nosotros.
Para terminar, contestaré a la pregunta de que por qué como verduras. No como sólo verduras y también en internet hay suficiente información sobre menús veganos equilibrados. La pregunta no debería ser por qué como verduras. Debería ser por qué no como animales. Creo que si estás leyendo estas líneas ya deberías hacerte una idea.