Carlos Regojo Solla
Crónicas de un pueblo
En la sala de exposiciones, el artista comparte sus experiencias con los asistentes a la inauguración. Su obra, en general, causa asombro, aunque él se autodefina como un simple oportunista (dicho esto en su acepción más amable), historiador de la inmediatez, descubridor del pasado, más o menos cercano, de la vida de las ciudades y pueblos a los que analiza recurriendo a los archivos insólitos, que se encuentran en los aglomerados testimoniales, acumulados y olvidados en los lugares deprimidos y marginados, del papel notarial impreso, que ocultan, en distintas tipografías, los acontecimientos pretéritos recopilación de la vida activa de las gentes, donde se muestran sus intereses más variados, intelectuales, lúdicos, políticos…
-Las oportunidades están ahí para todos -dice. -Hay que saber encontrarlas -añade. Una idea aparece como un chispazo, luego todo es cuestión de trabajo -sentencia.
Éste, el suyo, su original trabajo, el expuesto en la sala, tiene mucho de una arqueología entrecomillada que no va muy lejos en el tiempo, pero que precisa de la misma paciencia y delicadeza en el trato obsequiado a la pieza hallada en la investigación tradicional de rango, dedicada a la extracción de un frágil lacrimatorio de alabastro, topado en un yacimiento romano, por ejemplo.
-Trabajo igual que un botánico cuando éste cuenta los anillos en el tocón de un árbol - comenta. - Sé si fue una temporada buena o mala- añade. Se sabe casi todo, si hizo calor o frío, si hubo sequía, fuego, diluvio...
Se ha especializado en la química de pegamentos, colas, tintas, modelos de impresión, meteorología… Hace también estudios posicionales de impacto visual, aforos posibles, ventas, capacidad de convocatoria, intencionalidad, resultados… Ha tenido que documentarse en entomología para analizar los restos de insectos que van apareciendo entre las distintas capas de los hallazgos; sí, igual que se hace con los cadáveres que llevan tiempo siendo eso, cadáveres. Sabe de estadística, éxito comercial, porcentajes, datación estacional, consulta rápida en hemerotecas, conocimiento de sociedades y asociaciones... Una locura de multidisciplinariedad que precisa de llamadas telefónicas, petición de datos, entrevistas…
-Lo más difícil es explicar por qué solicitas esa información -dice. Algunos me preguntan con sorna si vivo de esto, si es una nueva carrera. Otros quedan atónitos. Al final, casi todos los consultados acaban interesándose y colaboran. Los menos pasan indiferentes -termina aclarando.
Cuando expone su trabajo causa verdadera sensación y perplejidad. Al valor de las restauraciones añade, siempre que puede, fotografías y documentos que complementan las unidades enmarcadas que se exponen.
- No había caído -dicen unos.
- Pues sí, ¡mira tú…! -dicen otros.
- Tengo una idea. Algo recuerdo de ello, y eso que lo tuve delante de las mismísimas narices -asegura un enteradillo al que se le nota que es un pelota.
- ¡Asombroso! -dice una voz.
- ¡Bah!, no deja de ser una mierda insustancial -opina alguien. Hoy llaman arte a cualquier cosa -remata categórico el mismo sujeto. (Y es que siempre hay que contar con este tipo de opinantes, siempre).
-Lo más delicado son algunos pegamentos caseros-dice-, porque los industriales son bastante fáciles de deshacer, estudias su química y aplicas el "contraveneno". Hay un procedimiento para casi todos; pero cuando la pieza interesa, hay que trabajar fino. Lo peor, los distintos engrudos de manufactura artesana… -aclara.
En algunos yacimientos tiene que actuar con más delicadeza de lo habitual, sobre todo cuando su instinto le previene sobre una información importante, aunque no siempre consigue lo que quiere y tiene que dejarlo en depósito en espera de mejores tiempos, cosa que no le importa porque lo bueno de las piezas encontradas consiste en que nunca se verán afectadas por la caducidad.
La labor de restauración es realmente delicada. Saca los hallazgos en el yacimiento con sumo cuidado porque pesan lo suyo. Hay yacimientos espesos. Otros no lo son tanto. En ocasiones pocos ejemplares, a veces sólo uno muy difícil de obtener porque hay que llevar el laboratorio al sitio, fotografiándolos previamente, trabajando sobre copias antes de usar el original. Las piezas más grandes son como pudingas que lleva a su lugar de análisis, donde comienza con una evaluación inicial sobre tamaño, posición en el conjunto, afectación de cada elemento en el grupo, calidad del material…
El laboratorio es una estancia amplia. Hay cepillos, brochas, pinceles, rasquetas… Media docena de piletas de distintos tamaños donde mezcla aguas a distintas temperaturas para las variadas desprensadas . Varias mesas, asépticas y metálicas con unas lupas grandes, algún que otro microscopio y secadores de aire caliente como los de las peluquerías. Frascos y frascos de disolventes, lejías, libros de "alquimia" muy sobados, guantes de goma látex por todas partes, cuerdas de pared a pared a modo de tendales, con pinzas de madera… Todo tiene una finalidad en su uso. El proceso comienza con una buena limpieza y primera separación del bloque madre que suele separarse en no más de tres bloques secundarios para ir tratando cada uno de éstos independientemente, reduciendo las masas a ejemplares únicos. Asegura que son sus papiros del "marmuerto", dice, así todo de golpe, no sé si aposta: "marmuerto", y es para creérselo.
La primera jornada de exposición va bien. Va vendiendo a buen ritmo y está satisfecho puesto que no había traído lo mejor de su trabajo. Ahora está pensando extender su actividad a la fotografía de pintadas murales, para dejar que su exposición sea interactiva y el visitante deje su impresión escrita. Dice que comenzará por las tapias y muros de menor envergadura para ir pasando a las grandes fachadas. Poca diferencia hay en el mensaje sea o no una pintada. En el fondo, dice, todo es expresión en pared, "artisteo vertical", comenta; aunque últimamente los ayuntamientos se han puesto un poco tiquismiquis con el lavado de cara de las ciudades y la prohibición de fijar carteles. A lo peor es que no desean dejar testimonio de su paso.