Mar Seaxá
Touradas
Otro año más se convocó la manifestación contra las corridas de toros, espectáculo cruel creado para la diversión de unos pocos. Yo voy a ir, porque creo que estos atracciones no tienen razón de ser. No estamos en los años en que se tiraba una cabra desde un campanario para honrar al santo de turno, pero sí en los que todavía se discute si debemos prohibir que se arranque el cuello a un ave desde un caballo, que se lanceen toros en la Vega por parte de una multitud hasta matarlos, que se enseñe a un animal a repetir una vez tras otra una serie de comportamientos pretendidamente graciosos, o ver correr a un caballo, o a un galgo, hasta la extenuación o la muerte, solamente porque alguien apostó a que iba a ganar.
Ir a cualquier manifestación es formar parte de la sociedad, ser partícipe de la historia y saber que en unos años se podrá contar a los nietos que se estuvo ahí. El activismo animal es dar el paso a la dignidad, no sólo de nosotras mismas, sino de los animales.
Claro que hay mucha gente a la que le gustaría ir a una manifestación en contra de estos espectáculos, pero no van, bien por vergüenza, por ideología política, por miedo a ser etiquetados de extremistas. En la del sábado 10 de agosto cabemos todas y todos. La ideología, el miedo y la catalogación están en segundo plano, ya que estamos dando voz a unos animales cruelmente tratados. Sí, habrá gente que nos estará mirando con incredulidad, porque no entiende que nadie pueda movilizarse por una causa que a ellos no les importa lo más mínimo. Gente que nos señalará, se reirá de nosotras e incluso nos insultará.
Me gustaría decirles a los amantes de la barbarie que su postura nos da más empuje, más valor y nos aporta una razón más grande para estar ahí. En pocos años, por mucho que les pese a los empresarios, toreros y seguidores, las corridas desaparecerán y serán recordadas como una vergüenza para la especie humana. Que no, no queremos hacer sufrir a ningún animal por capricho o enriquecimiento de unos pocos, no queremos ser manipuladas por nadie con la excusa de la tradición. Las tradiciones se modifican a medida que la sociedad va evolucionando y esta tradición en concreto tiene los días contados.
Os pido que reflexionéis y penséis en este espectáculo. Que os pongáis en el lugar del toro y digáis si es justo morir así. La muerte de los toreros me importa muy poco, ellos eligen estar ahí y saben a lo que se exponen. Los toros no. Son animales esclavizados para morir de la forma más cruel y sonrojante que nadie pueda imaginar.
La necesidad de gritar alto y de escenificar nuestra postura en contra de los espectáculos sangrientos y vergonzosos justifica que el sábado 10 de agosto estemos la máxima cantidad de gente en esa convocatoria. No seamos indiferentes, sólo se puede estar a favor o en contra. Y la gran mayoría estamos en contra.