José Antonio Gómez Novoa
Ventana indiscreta: Conciliar el sueño
No puede conciliar el sueño, es día 24 y ya no le dan las cuentas para pagar los recibos, y comprar la comida para sus hijos. Tiene que decidir entre comer y seguir pagando la hipoteca.
No puede conciliar el sueño, porque la semana pasada no ha sabido volver a casa, se ha olvidado de los refranes que repetía en cada conversación, y le han dado cita para el neurólogo.
No puede conciliar el sueño. Luis tiene 56 años y el director de recursos humanos de su empresa, le habla con “buenas palabras” de un despido. Tiene a sus dos hijos en la Universidad.
No puede conciliar el sueño, porque ha trabajado 12 horas seguidas a un ritmo desenfrenado, y su jefe sólo le contrata a media jornada. Cuando pide, si por favor le puede regularizar la situación, le abre la puerta, y le dice ¡cuándo quieras puedes irte!.
No puede conciliar el sueño, está cuidando a su padre muy enfermo, que lleva más de un año en lista de espera para valoración de la discapacidad, y no tiene ninguna ayuda de las administraciones públicas.
No puede conciliar el sueño, porque ha notado un bulto nuevo en el otro pecho no operado, y tiene cita para dentro de 3 meses para una ecografía.
No puede conciliar el sueño Miriam, su expareja, que tiene medida de alejamiento, se ha acercado a ella, y en presencia de otros, la ha llamado, zorra, puta y la ha amenazado: ¡te voy a buscar la ruina”.
No puede conciliar el sueño, porque ha llegado una notificación de desahucio y le van a echar de su casa en una semana, al haber avalado a su hijo en un préstamo.
No puede conciliar el sueño María, la maestra de un barrio que se ha dado cuenta que varios niños acuden al colegio, alicaídos, con dificultades para atender, enfermos. Después de un tiempo averigua que acude sin desayunar, y algunos incluso sin cenar.
No puede conciliar el sueño, es un becario precario que tiene dos licenciaturas y un master. Lleva doce meses trabajando gratis para una empresa. Ha decidido irse a Barajas y coger un rumbo desconocido.
Señores políticos, dejen de mirarse el ombligo y hacer política-ficción. Por favor, observen la realidad.