Alexander Vórtice
España se droga
De la vida, al igual que de las drogas, uno acaba saliendo, aunque sea por la puerta de atrás, una puerta de no retorno, fría como el acero y que te otorga una sensación de soledad cuando la traspasas sólo comparable a estar un fin de semana en una casa rural situada a las afueras de Puerto Hurraco.
Para saber más del tema -ya que las únicas substancias que yo he consumido a lo largo de mi vida han sido kilos de ansiolíticos y cientos de pastillas rojas para conciliar el sueño- releo la frase del exfutbolista Diego Armando Maradona:
"Al principio la droga te pone eufórico. Es como ganar un campeonato. Y piensas: mañana qué importa, si hoy gané el campeonato."
Y es en este punto en el que caigo en la cuenta de que España últimamente se droga, tal vez porque no piensa en el mañana ni en el vecino de al lado. España está drogada de rencor, de rivalidad y de "Fake News". La España mareada y narcotizada quema contenedores, lanza piedras, yerra el tiro y lanza una piedra aún mayor.
La piel de toro se enfrenta a sí misma y aquí no gana nadie, por el momento, por muchos porrazos que nos demos, por muchos insultos que nos proyectemos. Quim Torra llama por teléfono procurando diálogo al presidente Sánchez y, al observar que el silencio es perpetuo y perturbador, lanza un "quins collons…" como quien arroja una moneda a la fuente de los últimos deseos. Albert Rivera se pasa de frenada o de la raya, y donde primero dijo sí a la exhumación del dictador Franco, luego dijo no para, finalmente, abstenerse.
Las Españas se drogan (porque hay más de una, no lo duden, y de dos) logrando con ello que la tensión social vaya en aumento y la mayoría de los ciudadanos sensatos se enerven viendo el Telediario de las 15.00 h.
Hipertensión, ganas de vomitar, los unos vilipendiando a los otros, los otros increpando a los unos… y los del medio agachaditos cual gacela esperando que la pedrada no caiga en sus cabezas… Tensión, oiga, tirantez y división a causa de una drogodependencia que España sobrelleva desde hace siglos.
Se me hace raro, la verdad, no escuchar mensajes de diálogo, solidaridad y convivencia. Algunos líderes políticos salen al ruedo con ganas de apretar el botón rojo que menoscaba el sentido común. También hay medios de comunicación -acaso asalariados con poca praxis- que promueven la pugna, la insolidaridad entre los pueblos, retrasmitiendo cargas policiales y deflagraciones como si de una miniserie de Netflix se tratara.
Es tal el colocón, que uno no puede ni publicar un simple "buenos días" en las redes sociales sin miedo a que le llamen "indepe", "facha", "rojo de mierda", "vegano", "transgénero" o simplemente "hijoputa que no se involucra".
Se hace necesaria la llegada de un líder político realmente reflexivo y coherente que meta en terapia a este enviciado país. Un dirigente que nos explique con sensatez y pasión que se puede -y se debe- tener amigos de derechas, de izquierdas y de centro; de un equipo de fútbol o de otro, que se puede dialogar tranquilamente con ateos, agnósticos y creyentes… y no por ello morir en el intento.
Ya que el único eje que nos puede unir a todos dentro de las múltiples discrepancias es el respeto.