Milagros Domínguez García
Nadie gana perdiendo
En los últimos tiempos vemos como proliferan los espacios llamados casas de apuestas y también el rechazo que estos provocan en algunas poblaciones que reaccionan ante lo que consideran un problema y que en mi opinión no les falta razón. Poco a poco se van instalando en nuestras calles y, aunque en principio puedan parecer inofensivos, esconden tras sus puertas una de las más graves enfermedades que afectan a nuestra sociedad, la ludopatía.
Parece ser que nos han inculcado un doble rasero en cuanto a las adicciones y cuando estas son dadas por sustancias denominadas ilegales asumimos sus riesgos y peligros enseguida.
Pero no menos nocivas aunque legales para el ser humano son otras como el alcohol, el tabaquismo y el juego que, por estar normalizadas socialmente, quizá no percibamos con claridad el problema que suponen.
En su día nos vendieron a través de la publicidad que el tabaco y el alcohol nos daba distinción y cualquiera de estos hábitos aceptados socialmente eran además marca y símbolo de hombres y mujeres modernos y avanzados. Ya hoy esas campañas publicitarias se han eliminado y han sido sustituidas por otras que nos hacen ver el éxito apostando. Personajes de distintos ámbitos, curiosamente hombres de reconocido poder económico y profesional que nos muestran esas sonrisas profiden porque ganan pero ¿siempre se gana?
¿Quien no querría ser un deportista de renombre o un presentador exitoso cuyos ingresos superan las expectativas soñadas por cualquier mortal?
Lo cierto es que aquí solo gana el que cobra una ingente cantidad de dinero por poner su cara a disposición de la campaña publicitaria y las empresas del juego que se nutren del dinero del que pierde, el que siempre va a perder y que por desgracia no tendrá el apoyo de nadie.
Podrán decirnos que juega quien quiere, que nadie nos obliga a apostar, que somos libres de hacerlo o no pero son las mismas excusas que usan los narcotraficantes que amasan grandes fortunas a cuenta del veneno que venden. Son además las que usan los irresponsables que deberían estar gestionando para prevenir la herida y que más tarde querrán vendernos la tirita que la cubrirá. Porque la verdad es que vivimos en una sociedad donde se legisla para ocultar un daño ya hecho y en ningún caso se hace para evitarlo, aunque el número de técnicos y asesores de los que se rodean nuestros gestores por lógica debería habernos dado otros resultados.
El problema queda después para nosotros, los de a pie, porque es a nosotros a quienes quieren vender el éxito y por ello sus locales los instalan en calles donde viven personas cuyos ingresos son los justos para pasar el mes y cuando no existe ese lugar físico al que ir nos dicen que solo con una conexión de internet podremos ser ganadores.
Mi abuela decía que nadie da duros a cuatro pesetas y estas empresas del juego no van a ser una excepción y no lo serán por un razonamiento básico y simple ... Si nosotros ganamos ellos serán los perdedores y, claro, ¿quien querría ser un perdedor?