Milagros Domínguez García
A quienes aparecen durante el viaje
La vida es esa calle sin salida que nos obliga a vivir con su transcurrir imponiendo su existencia y haciéndonos cómplices de esa trayectoria que traza. Que nos dota del conocimiento que necesitamos para que nuestra participación sea activa y productiva para cuando lleguemos al final del camino, poder decir: "¡Ha merecido la pena el viaje!".
A lo largo de nuestra paso por ella nos ofrece un amplio abanico de vivencias que nos dan lo más importante que podemos recibir; aprendizaje.
Yo he tenido la fortuna de que me ha colmado de experiencias vitales en las que surgieron personas e inevitablemente, personajes.
A estos últimos no querría dedicarles mucho tiempo ya que no se lo merecen pero aún así hemos de pensar en las enseñanzas que nos dejan.
Aparecen, buscan su beneficio y con un poco de suerte desaparecen enseguida, no sin antes expoliar nuestras energías y creando problemas donde no los había. Siendo un poco hábil en el arte de la observación podremos quizá adelantarnos a sus intenciones y de esa forma protegernos e incluso darles un poco de su medicina, me viene a la mente uno de mis hermanos que adaptaba un refrán popular a su jerga y que explica perfectamente mi razonamiento: "quien a hierro mata, no puede morir a sombrerazos".
Querría ahora si dedicarles un tiempo merecido a quienes nos dejan un dulce sabor de boca y nos dan de forma generosa su bondad. Son quienes nos hacen mejores personas porque tienden la mano y confian dándonos seguridad.
En ocasiones vienen en una envoltura de juventud que además nos hacen pensar que merece la pena cualquier trabajo ya que se implican y se esfuerzan para conseguir mejorar la sociedad y lo hacen reforzando la creencia de que el futuro es de los jóvenes y suyo nuestro legado.
En estos últimos tiempos he tenido ocasión de disfrutar de varias experiencias y creo que es de obligado cumplimiento por mi parte agradecer a los que si me han dado la oportunidad de crear a su lado, de aprender, de crecer y también de bailar al ritmo de una suave música que cada vez la escucho me hace esbozar una sonrisa y pensar... ¡¡Vaya, si que está mereciendo la pena este viaje!!
Mis palabras hoy son para esas personas que una vez llegan nos damos cuenta de la falta que nos hacían. Que con cada pequeño gesto crean grandeza y con cada paso que dan hacen sentir orgullo a quienes están a su alrededor.
!Agradecida a ellos eternamente por permitirme compartir su vida y por hacerme sentir que de verdad existen personas que no merecen la pena, sino la alegría de vivir!