Milagros Domínguez García
Continuemos caminando
Las circunstancias en ocasiones obligan y a veces nos condicionan. El caso es que por unas o por otras no tuve ocasión en estos días de despedirme como te mereces y, por ello, creo que es de obligado cumplimiento por mi parte que lo haga de la mejor forma que sé y desde este mi humilde espacio.
Desde el instante que nos conocimos, exactamente el 3 de agosto del 2018, hasta el día de hoy, tuve siempre la fortuna de disfrutar de la presencia de una mujer que tuvo a bien enseñarme muchas cosas incluyendo el arte del abrazo, del que posee un amplio conocimiento y consiguió de mí que me dejase abrazar sin parecer un bicho palo.
Una persona de gran sensibilidad que me ha arrancado muchas sonrisas e innumerables lágrimas y por la que siento un profundo y sincero aprecio. Me consta, y así siempre me lo has hecho ver, tu gran estima por mi y lo mal que lo has podido pasar cuando sentiste que me defraudabas, pero nada más lejos de la realidad porque siempre en la balanza ha pesado más el aprecio, el mismo que espero haya fallado a mi favor cuando no estuve a la altura. Sin saberlo has sido testigo de uno de los mejores momentos de mi vida y deseo que permanezcas en ella para ser partícipe de todo lo que queda por llegar.
Siempre agradecí esa sonrisa y esa mirada que desde tu escritorio me dedicabas al llegar, mezcla de alegría e ingenuidad, pero tú, al igual que la Afrodita que preside tu mesa, tienes tras tu mirada un mundo de sabiduría y en tu sonrisa un mar de complicidad, ambas siempre dadas a mi tan generosamente, junto con esa frase que siempre se repite... "¿por qué no fue antes?".
Leí hace algún tiempo que todos llegamos a las vidas de otros para enseñar algo y que eso sucede cuando estamos preparados para aprender. Quizá sea cierto y hayamos llegado al tiempo, cuando estábamos preparados para entender el por qué y a partir de ahí crear el cómo.
Hoy toca comenzar una nueva etapa ya que la vida incide irremediablemente en nuestra relación y en adelante todo será algo distinto. Continuaremos caminando y espero que de cuando en vez encontremos un hueco para un café, para ese "extraño" brindis con el chupito del zumo, para ese tercer grado que siempre me haces, para que me convenzas de que tengo que dejar de fumar, porque, ¿qué sería de mí si de vez en cuando no tengo oportunidad de pasar un rato contigo?
No te desearé lo mejor porque no lo necesitas ya que estoy convencida de que podrás con todo y saldrás airosa de todos los planteamientos que te surjan. De sobra está decirte que cualquier día y a cualquier hora estaré para ti y que no dudes que te quiero y que ha sido una experiencia magnífica el haber tenido el honor de conocerte y compartir contigo tantos y buenos momentos.
No obstante, nos queda, querida amiga, un café pendiente que en cualquier caso y de cualquier forma tomaremos un día y será en ese momento cuando pueda contarte qué encontré tras aquella "Puerta Verde" que un día abrí sin saber dónde me llevaba pero que, como todo en la vida, más pronto que tarde terminó por dilucidarse.