Manuel Pérez Lourido
Los niños del coronavirus
Somos inducidos a la procreación por la euforia o el aburrimiento. Se dice que la noche del gol con que Iniesta daba el pase al Barcelona en una eliminatoria de Champions en 2009 fueron concebidos miles de niños y niñas en Cataluña. Lo dijo un estudio publicado en el British Medical Journal. Debido al confinamiento por el coronavirus, podemos estar ante otro episodio de súbito incremento de la natalidad a nueve meses vista. O de los abortos, seamos realistas. Servidor prefiere los niños a los abortos pero cada mochuelo a su olivo, dijo uno que confundía refranes. El confinamiento es una prueba para los espíritus inquietos. Y para los culos inquietos, sobre todo. Te dejan ir al super y a la farmacia. Algo es algo, siempre hay alguna droga que comprar (sea en comprimidos o en botella). No sé si han dicho algo de sacar a pasear a los niños o a los perros. Si tienes niños o perros no puedes dejarlos en casa dos semanas, no sabes en qué se podrían convertir ni en qué podrías convertirte tú… y tampoco se ha mencionado la necesidad de salir para depositar la bolsa de la basura en el contenedor correspondiente. No querrán que nos infectemos con la basura acumulada, si tal cosa es posible, que tiene toda la pinta, en determinadas condiciones.
Por cierto, espero que haya alguna sección del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, CESIC, dedicada al seguimiento de la gente que ha comprado estos días montañas de paquetes de papel higiénico. No lo digo porque desee saber para qué rayos quieren tanto papel, que es algo que puede adivinarse siguiendo la lógica que ofrecen las leyes físicas; sino por averiguar en qué momento de sus vidas les han extirpado el sentido común. Y si en su lugar les han dejado un cupón de la ONCE, una vuvuzela o spray antipolillas. El coronavirus nos acaba retratando a todos, independientemente de las condiciones de iluminación, la apertura focal, la velocidad del disparo o la distancia a la cámara. La frase de un señor llamado Javier Ortega Smith diciendo que sus anticuerpos españoles derrotarían a "los malditos virus chinos" es todo un tratado de psicología, sociología, antropología y geometría mental. Además de generar una contestación de la embajada china en la que se incluía el término "racismo", el líder de Vox ha llevado su pose de "españolazo" hasta la frontera de la indigencia intelectual (por la parte de dentro de la misma).
Vivimos en estado de alarma, pero en realidad ¿acaso no estábamos ya algo alarmados por las trazas que tiene esta sociedad postcapitalista que hemos heredado? La única diferencia es que la amenaza del coronavirus es de rápida ejecución y la otra nos va matando lentamente.