Milagros Domínguez García
¿Quién es el enemigo?
Esta mañana de sábado y cuando me disponía a escribir llegó mi pequeña de 11 años a darme los buenos días y con una sonrisa me contó que había soñado que hoy era un día normal, pero que una vez se levantó de cama se dió cuenta de que había sido un sueño, que hoy no era un día normal y, creo yo que lo expresó así porque entiende que estos días de absoluto confinamiento corresponden a un anormal y transitorio período de tiempo que se coló en nuestras vidas a hurtadillas convirtiendo lo cotidiano en aciago, privándonos de libertad y mostrándonos lo frágiles que somos.
En estos días no dejamos de intentar convencernos que ganaremos la guerra, de que tenemos que hacer frente al enemigo, pero lo cierto es que la batalla que estamos librando se cobra ya muchas víctimas, demasiadas, y esto me hace pensar que hasta ahora lo único que ha vencido ha sido la desidia, la incompetencia, la irresponsabilidad, la ineficacia, la insensatez, la pasividad, la soberbia, la torpeza y hasta la intolerancia.
Libramos una batalla que antes vimos librar en otros países, no pusimos nuestras barbas a remojo y es algo de lo que debemos ser conscientes para que en el futuro no nos creamos inmunes porque a la vista de más de 20.000 infectados y más de 1.000 fallecidos que, desgraciadamente, no serán los últimos y aunque ganemos al final la guerra habrá sido a un coste altísimo que será imposible cubrir de olvido y que a muchos debería pesarles sobre la conciencia.
Hoy nos vemos tras las ventanas impotentes, temerosos, inseguros y debemos superarlo y superarnos porque si lo de hoy nos resulta difícil lo que vendrá después no va a ser un camino de rosas ya que habrá que superar los daños físicos, emocionales y económicos y para ello necesitaremos una gran dosis de valentía.
Nunca pensé vivir una situación semejante y ahora que tengo la incertidumbre sentada a mi mesa, tomándose un café conmigo, pienso que no debo doblegarme y dejar que posea mi mente pero tampoco debo ignorar la realidad porque solo así aprenderé de los errores cometidos y me ayudará a mirar de frente a las víctimas y pedirles perdón porque yo también me siento responsable, yo también escuché los cantos de sirena y no levanté la voz para acallarlos.
No se vence olvidando, se vence procurando una superficie sólida que sirva de base para continuar, para proseguir y, para ello, debemos aprender de lo que estamos viviendo y darnos cuenta de que este enemigo carece de sentimientos y quizá eso sea el arma que lo destruya ya que queriendo más a nuestros prójimos evitaremos que siga expoliando vidas y que en el futuro no tenga oportunidad de teñir nuestra vida de terror.
Ahora nos toca demostrar esos sentimientos quedándonos en casa y no ser nosotros mismos el instrumento que use nuestro enemigo, su arma para seguir causando bajas entre los nuestros. Cuando esto acabe tendremos que incorporarnos y reconstruirnos usándolos para cobijar, ayudar y reconfortar a quienes más daños tengan.
#mequedoencasaporquetequiero
#quiéremeyquédateencasa