Pedro De Lorenzo y Macías
Caco: "Simón y su primer viaje"
------------------ CAPÍTULO II --------------------
Caco: "Simón y su primer viaje"
Mayo florido y engañoso; mes de las flores, del lucimiento, brote de la belleza y luz de coloridos encantados. Surge la curiosidad, los sustos, las decepciones, las ilusiones y el deseo de vivir.
Simón es campechano, alegre, divertido; ya era cincuentón, pero se conservaba como un chaval. Su espíritu era jovial, juguetón, tranquilo.
Fue al caserío a visitar a su amigo Valentín, dueño de la hacienda y de Caco. Al entrar se encontró de narices con Caco, que todo lo curioseaba. ¡Fue un amor a primera vista!
Caco se empecinó con los cordones de los zapatos de Simón, jugueteaba, se enfada, ladra y vuelve a intentarlo. Simón se lo impide, se ríe y le hace mil diabluras; este se enfada y llenó el valle con sus ladridos, pero pronto se hicieron muy amigos.
Mamá Boxer sabía que tenía que separarse de alguno de sus hijos...... Reunidos todos les pareció bien que Caco se fuese a la casa de Simón. Le hicieron una fiesta de despedida; al principio todo fue alegría, pero terminaron tristes y llorando...... ¡Caco se Iba! ¡Cómo lo echarían de menos! ¿Quién los divertiría?
Mamá Boxer lloró en silencio: Caco era igual que su padre; le recordaba tiempos muy felices, pero el destino es duro y cruel. Pensaba "Caco aún es un bebé y se me va......".
Llegó el día de la partida. Caco besó a su madre y a sus hermanos y a todos los animalitos de la hacienda. Estaba muy triste por dentro, pero aparentaba alegría e ilusión.
- "Mamá, no te olvidaré, ni a ninguno de vosotros. Me voy con Simón, ya que yo lo he elegido: es bueno, bondadoso. Sé que os invitará a mi nueva casa y que me traerá a visitaros. Allí, al lado de la higuera, tengo enterrado mis tesoros: repartirlos".
Se despidió de todos y subió al coche de Simón....... Por la ventanilla iba viendo cómo se perdía su casa, el valle, la montaña, cómo quedaba atrás su mamá, sus hermanos, sus amigos.
------------------ CAPÍTULO III --------------------
CACO: SU NUEVA CASA.
Pronto descubrió el mar que lo embrujó. Vio barcos, playas, gaviotas........ Notó el olor de la marisma, la belleza del sol, durmiéndose en las aguas verdes azules. De pronto se encontró mal, se mareó y vomitó. Simón paró, lo deja descasar en un campillo, lo limpia, lo mima....¡Aún es muy chico!
Simón vive en un pueblo marinero, con enormes playas en su entorno. El pueblo es pequeño, pero tiene un buen puerto y una lonja, donde se subasta las capturas de los pescados: "El bucólico y enigmático Portonovo".
La casa de Simón quedaba a las afueras. Era una casita tipo chalet, amplia, sencilla, con una decoración adecuada y confortable... En la planta baja estaba el salón comedor de gran espacio; en un rinconcito, sobresalía una maravillosa chimenea; los muebles de roble y colocados muy estratégicamente . Una puerta daba a la cocina y desde ella, se bajaba al sótano, en el cual estaba el garaje, el trastero, un baño y una habitación que disfruta Simón para sus siestas.
Desde el salón, unas escaleras de madera noble mostraba las habitaciones: eran tres, amplias, aseadas y muy femeninas. Había un
cuarto de aseo muy completo y confortable. La casa estaba ubicada en una finca de unos 2.000 metros cuadrados, rodeada de hortensias de
distintos colores.
En la parte principal había un pequeño jardín, con un césped muy cuidado, acompañado de una mesita muy coqueta con sus hamacas,
aromado con hortensias, geranios, rosas y claveles. Tenía como guardián una palmera de tronco corto. Ésta vigilaba unas escaleras de piedras que conducían a la puerta del garaje y al portalón de entrada, que era de hierro.
Estaba cerrada con un muro, excepto la parte principal. Detrás, en una esquina, se levantaba una barbacoa artesana , muy coqueta y práctica; un pozo artesano, con una gran mesa de piedra le hacían compañía, con varios bancos.
El resto de la finca estaba habitada por cuatro pinares gruesos y de años, abrazados por unas enormes hiedras apasionadas y caprichosas. Había algunos frutales, flores y un pozo de barrena..
Tenía por vecinos a Doña Carca y Damián, peluquero y criticón. De frente, estaba una carretera que separaba la casa del bosque, que es el guardián de varias playas. Por un lateral había un camino bastante transitado para ir y venir del pueblo.
Un camino de tierra que conducía hacia Cabicastro y sus playas de encanto: Canelas, Paxariñas y Montalvo. Un bello monte de embrujo.
Senderos de paseo, disfrute del aire purificado entre los vahos marinos y exhalaciones de pinos.
¡Amigos, seguiremos con otros capítulos! ¡Feliz caminar y fortuna!
Texto y fotografías: © Pedro de Lorenzo y Macías.