C.L. Fontán Ruiz
Qué pena, mi generación
Éramos la generación del cambio de rumbo. La más preparada, sí; pero para destrozarlo todo. Porque se nos educó como a ninguna en conocimiento pero se nos privó de criterio. Nos prometieron cuentos de Disney y nos brindaron obras de terror de Stephen King.
Y con la frialdad indiferente cargada de reproches hacia ETA, para maquillar su corrupción y arrogancia, mi generación creció bajo el antagónico bipartidismo que excluía a las minorías, amparado con su favorable ley electoral. Y así en un arrebato de aspiraciones llegaron los indignados, las plazas, las mareas y el hartazgo.
Y los que alentaron este movimiento, ahora nos manejan llevando la regencia sin ejercer sus ofrendas. Mi generación imprudente en elecciones y desatendida en lo fundamental, no ve que los medios son igual de culpables que los dirigentes. Se cree con poder por documentarse y liberar su opinión en una red social, esperando que el tiempo solvente una realidad evidente.
Mi generación es la que envejece atando crisis y afronta el problema endeudando su futuro. Con un gobierno que bajo lemas desproporcionados, la apremia a mirar por la ventana. Mientras excusa que haya 14.000 estrellas inocentes más en nuestro cielo, pues a España le consuela compararse con los peores y mi torpe generación se cree de las mejores.
Y ya nadie se ha dado cuenta de que en este parque de atracciones estamos en la cola de entrada a la casa de los horrores. Pues lo peor, viene siempre después del golpe de la ola. La única esperanza es ya que mi generación; no se conforme. Y por lo menos aunque sea por suerte pregunte y encuentre al responsable.
Carlos L. Fontán Ruiz