Manuel Pérez Lourido
Caneladas y The Blue Nile
Andaba por Spotify escuchando el "Hats" de los Blue Nile cuando una sugerente voz femenina me receta gominolas con melatonina para el insomnio. Muy hábil lo de seleccionar los anuncios según la hora del día, en este caso de la noche. O muy burdo. Son tiempos de pandemia y es mejor andar bien despierto y escuchar a The Blue Nile, aquel combo de Glasgow que estalló en los ochenta con su pop de sintetizadores, su preciosismo, su reticencia a publicitarse, su forma pausada de producir albumes. El fenómeno musical de Glasgow: Simple Minds, Primal Scream, Franz Ferdinand, Belle & Sebastian, Travis, Mogwai, Deacon Blue, Camera Obscura, Chvrches, The Pastels, The Fratellis, entre otros muchos, proceden de esta ciudad de seiscintos y pico mil habitantes (menos que Almería, por ejemplo). Ahora cíteme usted una sola banda de Almería con cierto éxito. David Bisbal no vale.
Escuchando bandas de Glasgow uno consigue olvidarse de Isabel Díaz Ayuso y su volantazo para meter a la comunidad madrileña en la fase 1 pese a las recomendaciones en contra de sus responsables sanitarios. Prefirió escuchar a "distintos sectores económicos, que son los que levantan la economía". Me palpo las venas en estas ocasiones, me entra un escalofrío al volver a constatar en manos de quienes estamos. Esta señora llevaba hace nada el twitter de "Pecas", el chucho de Esperanza Aguirre. Esta señora ha dicho, ya en su actual cargo, y preguntada por los atascos en Madrid: "Me hace sentirme muy orgullosa de mi ciudad no defiendo los atascos pero que un atasco a las 3 de la mañana un sábado en Madrid me parece una enseña de Madrid ". No se trata de desprestigiar a nadie: hay que gente que se encarga ella sola de eso. Andamos por la vida haciendo el canelo y un día nos despertamos con el poder entre las manos y después sálvese quien pueda.
Los Blue Nile, que son Paul Buchanan, Robert Bell y Paul Joseph Moore; ofrecen en "Hats" una medicina sedante, hipnótica y cocinada a fuego lento que ha envejecido muy bien. Unos tipos que en veinte años graban cuatro discos nos son cualquier cosa. La melancolía de sus temas, la envolvente hipersensibilidad de su repertorio, tampoco.