Pedro De Lorenzo y Macías
Caco: Paseo y su primera pandilla
CAPITULO XIV
Simón ya no trabajaba de tarde; Caco lo estaba esperando para convencerle de ir a la playa., y Mamá Luisa para que la llevase de paseo. Llegó, fue recibido por muchos besos, carantoñas; comieron y descasaron un poco.
Ya era la hora de la merienda; Caco se personó y fue todo oídos; quería enterarse de los planes de salida. Pues cuando salían con Mamá Luisa iban a tomar un café a una cafetería y lo tenía atado a una silla; él quería correr, perseguir a las gaviotas, jugar con sus amigos. La cosa estaba chunga.
- Simón, podemos ir hasta la Toja, pues están en el Gran Hotel los Gutiérrez, que hace años que no los vemos.
- ¡Guu...!
- Tú, cállate; siempre quieres salir con la tuya. Hoy es mi día y lo voy a planificar como yo quiera.
Caco se fue al jardín de la entrada; se entretuvo viendo pasar una gran cantidad de coches, ruta a la Toja, pues había un desfile de modelos; un coche frenó y el de atrás: ¡plof! Se armó el follón. Caco entró y cogió a Mamá Luisa de la manga y le enseñó el panorama; Simón asomaba una sonrisa de complicidad.
- ¡Guau, guaua, guau, guauuuu!
- ¿Qué quieres decir! ¿Qué hay muchos coches? Ya los veo.
- ¡Guauuuuu!
- ¿Qué es peligroso circular hoy?
- ¡Guau!
- Ya te estás metiendo en tus cosas, y no me estropees la tarde.
Simón se había acercado al accidente; por fortuna, no hubo heridos, pero si unas fuertes broncas entre los dos conductores.
- Simón ¿ni que lo hubiese preparado Caco?
- Hoy estás muy susceptible y la estás emprendiendo sin motivo.
- ¡Hala! Prepárate, nos vamos a la Toja.
- ¿Con este tráfico? Ni pensarlo; me voy a poner el chándal y nos vamos de paseo.
- ¡Señor, Señor! Dudo que tú entiendas a las mujeres.
Ya iban los tres, cruzando un montecito que había detrás del chalet; estaba parcelado; había casas y chalets muy bonitos; habían arreglado los caminos. Caco iba de rechupete, fisgando todo, marcando con su pis el territorio.
Pronto llegaron a Paxariñas y se dirigieron al parque de Montalvo que es muy acogedor. Hay juegos para niños; unos asaderos hechos de piedras para cocinar churrasco, sardinas u otras cosas; Estaba muy bien colocado y limpio; con mesas y bancos de piedra, también de madera.
Encontraron varios matrimonios que había llevados a sus mascotas "cahorrillos" a correr por la playa. Se agruparon en dos bandos. Las señoras hablaban de sus cosas; los hombres, contaban sus anécdotas.
Caco se fue a junto de los cachorrillos que estaban en la playa de Montalvo; lo aceptaron y se hicieron amigos; pronto empezaron las bromas y las risas; cansados de juegos, descasan un poco.
- Tú no tienes colita.
- ¡Guau! ¡Es verdad, (vio que todos sus amigos tenían colita y él, nada)!
- Te la cortaron, ¡Quién?
- Un animal en mi pueblo, allá en la aldea.
- Pues menuda pasada.
- Yo creo que te lo cortó tu amo.
- No. Simón, no. Fue un chupasangre, abusón; también me puso un pincha...
- ¿Noooo?
- Si. Aquí hay otro igual y me quiere pinchar de nuevo.
- ¿Y te dejas?
- Claro que no. Pero me ata y después..., ¡zas!
- ¡Horror! ¡Qué miedo!
- Le voy a dar un mordisco........
- ¡Bien, bien! Así se habla, colega.
Le dieron trapo a sus imaginaciones; luego jugaron a quién se mojaba en la charca más sucia: parecían mierdas ambulantes. Aparecieron los perros matones y empezaron con insultos a Caco; los cachorrillos le decían que eran muy malos y, a veces, les pegaban, les robaban la merienda. Estos dos le llamaron a Caco "mariquita, damisela".
Este se enfureció y fue hacia ellos, corriendo como un loco; frena y empieza a correr alrededor de ellos; estos querían alcanzarlo, pero nada.
En uno de los virajes, embistió al más grande, haciéndole una gran pupa, y lloró lo suyo; el otro casi atrapa a Caco, que ya estaba algo fatigado. Entonces todos perrillos se lanzaron al ataque derrotando a los dos sinvergüenzas, que se fueron cojos, con heridas, y humillados. Los perrillos armaron tanta fiesta que levantó la curiosidad de todos. Las señoras ordenaron a sus maridos que fueran a buscar cada uno a su cachorro.
Caco estaba hecho un sambenito; sucio, con sangre en una oreja, otra en una pata; todo el cuerpo cubierto de lodo, mezclado con la arena de la playa. Simón le dijo:
- "Como te vea Mamá Luisa....".
Salió disparado hacia el mar; vio que el mar estaba suave, lo invitaba al baño; entró un poco desconfiado; ya estaba aseándose, cuando su ola enemiga lo lanzó lejos, rodando por la arena; sus amigos se rieron, pero después ladraron a la ola con fuerza, que tuvo que intervenir la fuerza pública: las mujeres.
Ya iban de regreso y los semblantes no eran de gran alegría; se avecinaba tormenta con rayos y truenos: Simón, con su pipa, tranquilo; Caco esperando la reprimenda. Ya un poco alejados de sus amigos, explotó el vendaval.
- No sé que voy hacer contigo.
- ¡Gu...!
- ¡Cállate! Eres un follonero, arma líos; todos los perritos estaban tranquilos, llegas..., ¡Jaleo, peleas..!
- ¿Qué dirán mis vecinas, tan elegantes, coquetas, de mí?
- ¡Guuu......!
- ¡Ya verás! Cuando lleguemos a casa, te voy a dar unos zapatillazos en ese culo puerco que te va a quedar de tomate.
- ¿Mexicano o valenciano?
- Simón,.... Simón, que te la encuentras. ¡Claro! Tú tienes toda la culpa.... Mira, es el perro más sucio, sangriento, andrajoso. Parece una rata de cloaca. Toda mi vida de esclava...; primero los hijos, salían de casa como rosas y venían con cardos borriqueros. Y tú siempre sonriendo. Siempre fuiste un mal educador y lo sigues siendo.
- Bonita, los niños siempre esperaban para ir de paseo conmigo, a jugar, a cazar.........
- ¡Déjate de historias! Toda tu vida los pusiste en contra de mí; lo mismo haces con este piojoso.
- "Guau: ¡Que cabreo tiene Mamá Luisa, ahora la emprende con Simón!. ¡Ay, va estallar la guerra de Troya...!".
- ¿Y tú que murmuras? Te voy a castigar a comer caca de gato, no te dejaré salir hasta que te comportes como un perro civilizado. ¿Te hace gracia, Simón? Claro, tú con tus amigotes, las partiditas de ajedrez, las comidas, y alguna cena de machos...., y otras muchas cosas.... Y yo velando telarañas, cosiendo para santos...¡Jesús, qué vida más sacrificada! Machos egoístas.......
Se hizo silencio, ya faltaba poco para llegar a casa. Encabeza el ejército Mamá Luisa con una cara de cabreo al estilo Aznar, cuando perdió las elecciones; Seguía Simón con la sonrisa y tranquilidad de Zapatero; el último era Caco, que representaba al pueblo y no sabía lo que le esperaba.
Ya en casa, Mamá Luisa abrió la puerta y, como una Amazona dictadora, muy puesta, sentenció:
- Me voy a duchar, después a la cama a ver salsa rosa. Que nadie me moleste, machos engreídos.
Simón con la manguera duchó a Caco y le curo las heridas. Tenía una carita muy triste, y en los ojos ya abundaban unas lágrimas vagabundas.
- ¿Por qué estás triste? ¿Por la bronca que nos echó Mamá Luisa? No te preocupes; ella es una persona muy inteligente, buena, cariñosa; pero algunas veces estalla como una bomba sin saber el motivo, sobre todo cuando sus planes se tuercen.
- ¡ Guauu! Pero me dijo muchas cosas feas y me llamó rata de cloaca.
- También se lo llamaba a sus hijos cuando llegaban sucios de jugar, con la ropa rota; algo parecido como te pusiste tú, hoy.
- ¡Guau! Me dijo que me iba a poner mi culito rojo de tomate.
- ¡Ja, ja! Ella es incapaz de pegar....., lo dijo sin pensar.. Cuando seas mayor ya conocerás lo que es la feminidad.
- ¡Guau! ¿Y si le escondemos la zapatilla?
- Mira, Caco. No me metas en líos. Ven, te doy de cenar. Come despacio, tragón; ¿ves cómo tiene razón Mamá Luisa? Tienes que aprender a comer...
- ¡Gauau, guau!
- ¿Qué te pasa ahora?
- ¡Gauau!
- ¡Ah! Los higos. Vamos a buscarlos. Pues no los encuentro, los debió guardar Mamá Luisa.
- ¡Grrr..! De guardar nada, fue su venganza.
- Ja, ja. No refunfuñes que igual atrapas. Te acompaño hasta tu casita, y a dormir.
- ¡Guau! Yo no tengo colita; y todos mis amigos, sí. ¿por qué? Yo quisiera tener colita.
- Te contaré la historia de tu raza: Hace unos siglos se casaron un mastín bullembeiser y una bulldod en Munich; los dos tenían parecidas cualidades; les habían cortado las orejas y el rabo, pues eran sus puntos débiles para defenderse de los osos, lobos, jabalines, y otras alimañas.
- ¡Guau! ¡Qué valientes!
- Si. Defendían y cuidaban al ganado, los rebaños, las haciendas, las casas y a sus dueños. Tuvieron varios hijos y los bautizaron como "BOXER", y de esta raza desciendes tú.
- ¡Guau! ¿También le cortaban la colita?.
- Si, y las orejas, pues hacían de perro pastor, policía, acompañante de ciegos, guardianes de las casas y vigilante de los niños, pues sois unos perros muy bondadosos y nunca guardáis rencor.
- ¡Guau! ¿Por qué no me cortaron las orejas?
- Tú elegiste venir a vivir con nosotros y no lo necesitabas; pero alguno de tus hermanos si se hacen pastores, le cortarán las orejas.
- ¿Por qué?
- Para no ser presa de los enemigos; cuando te peleaste con esos perros gamberros, te hirieron en la oreja; si llegas a llevar colita, te hubiesen agarrado por ella y te darían una gran paliza.
- ¡Guau! Ahora entiendo. Pero estoy mosca; creo que Mamá Luisa no está contenta conmigo.
- ¡Serás idiota! ¿Quién te limpia los ojos, las orejas, te baña y te seca con ternura? ¿Quién te cepilla todos los días para que estés elegante y le gustes a las perritas? ¿quién asea tu casita una vez a la semana y lava tus mantas, y ropa?
- ¡Es cierto! Pero ese día duermo en el garaje, pues huele demasiado. Pero escondió los higos por venganza, para fastidiar.
- Mira. Los dos sois más tercos que la mula Francis; dejarme en paz y no me líes en vuestras peleas. ¡Hala! A dormir, que mañana es otro día.
- ¡Adiós! Dile a Mamá Luisa que no le perdono lo de los higos.
- ¿Serás terco? Creo que vas a probar la zapatilla.
Roncaba como un tronco, soñando en que él vencía a los osos, lobos, jabalines; le coronaban como el mejor cazador, el mejor policía y protector de todos los niños del mundo; tenía gran abundancia de
huesos, y lo que le gustaba a él.
- ¡Despierta, traste!
- ¡Guau!
- ¿Qué tal dormiste? Toma aquí tienes tu desayuno, hoy llevas ración doble de higos.
Caco saltó a los brazos de Mamá Luisa y le dio muchos besos; hizo muchas payasadas, y jugaron al escondite; se lo pasaron chupi piruli. Ya se habían olvidado de la pelea de ayer... ¡Cosas de familia!
Había conquistado el derecho a salir con sus amigos; al principio de ayudaban a cruzar la carretera y lo iban a buscar. Pronto protestó diciendo que los otros perros se burlaban de él y le llamaban perrito faldero. Molió tanto que lo consiguió, bajo esta condición: Cruzaría en compañía y al regreso, llamaría con sus guaus, desde la otra acera, para ayudarle a cruzar la carretera. Todo fue al inicio muy bien.
Los amiguitos de Caco casi eran todos cachorros; también había cachorritas. Los perros mayores se reían de ellos porque hacía pís como las niñas, no levantaba la pata. Se dijeron: "Es verdad; tenemos que intentarlo". Despistaron a las féminas y fueron a un recoveco del bosque. Caco fue el primero que lo intentó: Levantó la patita de atrás, ¡catapluf!, se fue rodando monte abajo. Hubo grandes risas; también con los otros que lo intentaron y nada.
Las féminas los estaban espiando y no aguantaron más la risa a ver a esos esperpentos; se enfadaron con ellas, y se fueron con la música a otra parte. Se sentaron a deliberar sobre su problema y al final decidieron que había que intentarlo hasta conseguirlo. (Continuará).
Texto y fotografías: © Pedro de Lorenzo y Macías.