Pedro De Lorenzo y Macías
Caco: Fiesta en el pueblo y su venganza contra doña Carca
CAPITULO XVII
Hoy es un día festivo, en homenaje a San Antonio; el sol hizo su ofrenda suave y generosa e invitaba al paseo. Caco se despertó por el ruido de los foguetes, y rosmó un poco; medio dormido, hizo la ronda por la huerta, y, en el rincón más lejano, encontró un agujero, el cual comunicaba con la otra finca y por donde se colaban los gatos.
Pensó decirlo a Simón, pero lo mantuvo en secreto; solo se lo contó a sus amigos cuervos; que idearon en colocar unas trampas gatunas.
El también, en la esquina de su propiedad, había hecho un agujero por si las moscas: que lo castigasen y así poder salir.
Doña Carca era un esperpento viviente, con una psicología muy suya: tenia todos los derechos y ninguna obligación. Protestaba por todo y contra todos; era temida por follonera, pues tenía un genio de mil
diablos.
Caco, desde el pasadizo secreto, espiaba: vio la ropa interior de Doña Carca, colgada en un sitio discreto; escuchó como mandó de paseo a sus gatos. Se puso su gran escapulario de San Antonio, al cual era muy devota. Salió de su casa, seria, desafiante y muy suya. Se encaminó al pueblo, haciendo temblar el suelo y los pavimentos.
Caco llamó a su amigo Cuervo y le contó su plan, pronto se sumó Doña Cuerva y estuvieron conformes. La vigilante sería Doña Cuerva para notificar si había algún peligro, que se colocó encima del pino que estaba más cerca del muro.
Don simón le dijo a Caco que durmiese un poco en su casita y que iba a cerrar la puerta para evitarle tentaciones. Se fueron al pueblo.
Todo estaba tranquilo; Caco salió por su agujero y entró en la finca de Doña Carca por el pasadizo; Don Cuervo con su pico iba quitando las pinzas y Caco colocó la ropa interior en la parte más vistosa desde el camino y la carretera, los cuales eran muy transitados.
La ropa es muy difícil de describir, pero solo verla, uno se meaba de risa, por la anchura de las bragas, con algunos remiendos; con los sostenes que parecían cestos, ya un poco viejos; el camisón, enorme, confeccionado con tela de varias sacas. ¡Todo un esperpento!
Terminada esta faena, Caco vio en la ventana unos filetes enormes de buey y sin pensarlo cogió uno, el resto cayeron en el jardín. Don Cuervo tuvo que ayudarle a trasladarlo a su finca; menudo trabajo: tuvo que hacer el agujero de su casita más grande; tomó un poco de carne y el resto lo enterró, tapando bien la entrada secreta; la familia cuervo cubrieron con pinochas, piñas y otros hierbajos el agujero, quedando camuflado.
Pronto el cielo se cubrió de fuegos y ruido festivo; se escuchaban las gaitas. La gente, vestida de domingo, se dirigía a la fiesta; pero quedaron pasmados. ¿Qué es lo que veían sus ojos? ¿Era posibles semejantes prendas? Pronto empezaron las risas y los chistes, e hicieron el camino a carcajadas, contando la proeza. Muchos dieron vuelta para contemplar semejantes prendas. San Antonio se quedó sin la casta masculina y hubo que retrasar la procesión.
Todo el pueblo, solo hombres, niños, y alguna mujer, estaban contemplando la nueva moda femenina expuesta en el muro de Doña Carca. Simón y Mamá Luisa llegaban y les entró la risa. Llegaba Doña Carca y la gente empezó a desfilar, hacerse el avión.
- ¿Qué mirades, fillos do carallo?
Cuando vio su ropa corrió, aplaudida por la gente; la cogió, la escondió. Empezó a echar por su boca culebras, sapos, demonios, jaculatorias, contra la cultura de sus vecinos. Tiró piñas y piedras, estos fueron a honrar a San Antonio, con juerga y de qué hablar.
Llamó a la Guardia Civil, presentó denuncia por allanamiento de morada, robo de carne, y falta de respeto a su intimidad. La Benemérita pasó un mal trago, tuvo que contenerse; al salir, doblando la esquina, sufrieron un ataque de risa y se mearon. Doña Carca habló con Simón, acusando a Caco.
- Es imposible, Señora. Lo dejé en su casita con la puerta cerrada. ¡Ve! Todavía está ahí.
De mal humor se puso a explorar toda la finca, en busca de huellas, indicios de los ladrones, pero no encontró nada; enfadada, se encerró en su casa. Menuda noche de fiesta; ella no fue a la verbena, pero, ésta, muy generosa, vino a junto ella: los troileiros le dedicaron unas cantigas, llenas de carcajadas, y recibieron a cambio varias pedradas; se fueron cantando a la cantina y celebraron el desfile de modelos al estilo Baco, que pronto los arropó con sus vahos.
Caco y los cuervos se morían de risa; empezaron con sus fantasías, terminaron el filete y otro banquete. Pronto se fueron a dormir.
Pasaron unos días y las aguas volvieron a su sitio; Doña Carca hacía su vida normal, pero varias personas del pueblo tomaron medidas de seguridad. Cuando la veía, se esfumaban. Ella tenía el presentimiento que Caco fuera el autor de tal villanía y se lo tenía que pagar.
Hacía calor. La familia cuervo se fue de parranda, a darse una vuelta por el bosque. Caco se reía mucho, pues su amigo cuervo, cuando hacía el calavera, su esposa le echaba unas broncas y él quedaba tieso, sin abrir el pico, pero se llevaban muy bien.
Mamá Luisa le dijo a Caco que hoy tenía que quedarse de vigilante de la casa, ya que ellos iban de visita; que no saliese hasta su llegada. Le dejó una rica comida. Caco se quedó solo; Doña Carca asomó su cabezón sobre el muro, y explotó.
- ¡Can do demo! Sei que fuches ti o que me robou e o que me puxo a risa de todo-lo pobo. Como te colla, voi a facer unhas boas salchichas.... ¡Xa verás, cabrón!
- ¡¡¡ GUAU, GUAU, GUAU, GUAU!!! Bruja, negrera, gorda.
- ¡Cala, can do inferno!
- ¡¡¡¡GUAU, GUAU....!
Doña Carca se retiró y Caco siguió ladrando como un descosido: “ Que se cree ese saco de sebo...”. Con el ruido llegaron su amiguitos, le incitan, tientan...
- ¡No! Hoy no puedo salir, estoy de guardia.
- Solo un momento; vuelves enseguida
- ¡No! Tengo que cumplir con mi deber.
- No seas parvo. Solo es para presentarte a unos nuevos amigos, que se unieron a nosotros, y tienen muchas ganas de conocerte.
Caco pensó que no iba a pasar nada por un rato fuera y se dejó convencer. Ya iba todos a carrera hacia el monolito, los otros perros les estaban esperando. Caco conoció una perra mayor que él y se enamoró.
Empezó hacer payasadas, juegos, y terminaron todos en la playa de Paxariñas, corriendo tras las gaviotas.
Doña Carca estaba al acecho; no había nadie, ordenó a un montón de gatos que entrasen y rompiesen todas las pertenencias de Caco. Estos se fueron animando, rompen tiestos, arrancan flores, arañan las hamacas, hacen caca por todos los sitios, destrozan la casa de Caco, rompieron la manguera y otros muchos enseres. Se detiene un coche y todos se dan a la fuga.
Simón se quedó de piedra; Mamá Luisa se mareó. ¡Menuda faena! ¡Qué disgusto! Simón vio escapar a los gatos y fue a casa de Doña Carca.
- Señora, sus gatos.....
- Señorito de merda, vaite de eiquí o douche co fouciño; o seu can fixome as vergonzas e roboume.
- Oiga, mi perro.......
- ¡¡¡ VAITE, VAITE!!!
Era imposible. Simón consoló a Mamá Luisa y empezó a limpiar todo.
Caco regresaba feliz, despistado, ya se había olvidado de su trabajo, como todos los niños. Como de costumbre, llamó con sus guaus; Simón lo fue a buscar muy serio. Pronto se hizo cargo de la situación; triste se fue a lo quedaba de su casita; lloró mucho, no comió; Mamá Luisa se acercó, y llorosa:
- No has cumplido con tu obligación.
Y sin decir nada más se fue; estas palabras le rompieron el corazón. Se pasó toda la noche llorando mucho, los cuervo y demás pajaritos trataban de consolarlo. No pudo dormir, y le entraron nauseas; ¡Vomitó!
Le empezó a doler la barriguita, la cabeza, todo el cuerpo; sudaba en frío y lloraba; sus amigos cuervos lo velaron toda la noche. (continuará)
Pedro de Lorenzo y Macías.