José Antonio López Rodríguez
Daniel de la Sota y la repoblación forestal de Pontevedra
Los inicios del siglo pasado están plagados de visionarios entre esos profesionales. De gente adelantada a su época que puso las bases de lo que hoy es la realidad forestal española. Porque mucha gente no sabe que hasta bien entrado el siglo España era un erial.
En la casa forestal del Monte Aloia podemos ver fotos de aquella comarca de Tui con sus montes rasos. Lo mismo ocurría en el Morrazo o en el Castrove. Montes pelados. Ni siquiera había tojo porque el tojo era muy codiciado para unirlo al estiércol y hacer fertilizante.
Pero las ideas de regeneración económica y social fundamentadas en la repoblación forestal no han sido exclusivas de los ingenieros de montes. Joaquín Costa y otros como él pensaron en tiempos pasados que la restauración de los montes redimiría a la gente de la pobreza y la ignorancia.
También ese es el caso de De la Sota, un joven militar santanderino del arma de ingenieros que llegó destinado aquí y en 1908 se casó en la Iglesia de Salcedo. Pocos años después dejó el ejército para poder quedarse definitivamente en Pontevedra. Fue Presidente de la Diputación y tuvo iniciativas trascendentales como la Misión Biológica, la Caja de Ahorros o el Museo.
Su dedicación fundamental no obstante fue la repoblación forestal, al frente de la que puso al ingeniero de montes Rafael Areses que era de Tui. Allí, en Tui, sigue el Vivero de Areas y allí está el primer parque natural de Galicia, el Monte Aloia, en la sierra del Galiñeiro.
Y la provincia se llenó de pinos. "Os pinos"… "Queixumes dos pinos"… a los que canta el poema de Pondal que da letra al himno de Galicia.
Pontevedra fue la primera provincia de España donde empezó la repoblación forestal. Luego fue superada en cuanto a hectáreas repobladas, pero sólo por Huelva.
Nunca como ahora hubo tantos carballos ni tantos castiñeiros ni tantas especies de rápido crecimiento que hacen de Galicia una potencia forestal dentro de Europa, pues ella sola produce la mitad de la madera de toda España.
En 1927 comenzó su tarea De la Sota. La República después, en 1935 aprobó una Ley de Montes con la finalidad de incrementar el patrimonio forestal del Estado.
Pero fue a partir de los años 40, con la aprobación de la Ley del Patrimonio Forestal del Estado y a través de la figura de los Consorcios cuando empezó a gran escala la tarea repobladora. A mediados de los años 50 del siglo pasado, de las 400.000 hectáreas de la provincia de Pontevedra, ya se habían repoblado 100.000, una cuarta parte.
Daniel de la Sota fue durante todos aquellos años miembro del Consejo del Patrimonio Forestal del Estado. Aquel organismo que transformó el monte en España, creó riqueza para los ayuntamientos y proporcionó durante mucho tiempo millones de "jornales" para la población rural que trabajó en "la forestal" como la llamaban.
Fue una actuación no exenta de conflictos, porque la repoblación inexorablemente exigía el vedado del pastoreo y porque entonces el monte era todavía un complemento de las explotaciones agrícolas.
Pero mejoró el paisaje, frenó la pérdida de suelo, mejoró la calidad de las aguas, aportó biodiversidad o fijó CO2 entre otras muchas cosas de las que seguimos beneficiándonos. Daniel de la Sota ya hacía referencia entonces a todas las posibilidades que ofrecía la trasformación química de la madera como recurso renovable: seda artificial, celulosa, algodón, pólvora, alcanfor, celuloides…
Por aquella época arranca con fuerza la celebración del día del árbol que inculca en los más pequeños el amor a la naturaleza. Dice Bertrand Russel en La conquista de la felicidad que formamos parte de la tierra como los animales y las plantas. ¡Qué gratificante es poseer un pedazo de terreno donde plantar un árbol!
La provincia de Pontevedra es hoy un paraíso de árboles monumentales: el carballo de Soutolongo en Lalín, el magnolio de Rubiáns, el carballo de "O Pelete" en A Lama, pinos mansos de O Rosal, eucalipto azul del pazo de Barrantes, tilos del pazo de Oca, Bojes de la isla de San Simón, las araucarias de Cambados, sobreiras del río arnego, castaños de la fraga de catasós, cedros, secuoyas, avellano y otros muchos del pazo de Lourizán…
En recuerdo de De la Sota una céntrica calle en Pontevedra lleva su nombre y en el frondoso parque forestal existente entre las comunidades de montes de San Xulián y Santomé de Marín y Santa Cristina y Vilaboa de Vilaboa; junto al Lago de Castiñeiras, una leyenda en piedra nos recuerda que Daniel de la Sota Valdecilla fue artífice de la repoblación forestal que empezó en 1927 precisamente allí.