Marica Adrio
La cortesía como norma
Titulo así este artículo, emulando el título que mi querido padre dio a uno suyo hace muchos años. Y deseo empezar pidiendo perdón a los ciudadanos por el espectáculo que los políticos estamos dando, en un momento en el que deberíamos estar unidos con un único fin: vencer al coronavirus y recuperar la economía. Salir de esta crisis.
Es triste oír hablar a gente que yo consideraba sensata y tolerante, crispada y no permisiva con los errores, que como humanos que somos y ante un enemigo desconocido, se han cometido. Errar es innato al ser humano, de los errores se aprende y reconocerlos es de sabios. Nuestro presidente, Pedro Sánchez, los ha asumido personalmente: "De los errores cometidos me responsabilizo yo".
Siempre han regido en mi vida los principios de tolerancia, igualdad y justicia. Discrepar es enriquecedor, pero se puede discrepar con respeto y sin insultar al adversario.
En política, yo considero a los de la oposición adversarios, no enemigos, como pretenden hacer ver algunos en sus diatribas (que no discursos) llenas de odio e insultos y que no aportan ninguna propuesta para colaborar a poder salir de esta crisis en que nos hayamos. Es preocupante ver en qué se han convertido los plenos del Congreso y el Senado, lugares en los que los debates se deberían realizar discrepando y defendiendo cada uno sus posturas, sin insultar al adversario. El insulto descalifica al que lo utiliza y arrebata todo contenido a aquello que se pretende defender, si es que tenía contenido.
Nunca he comprendido la agresividad. En mi profesión como abogada, he aprendido que si interrogas con educación y amabilidad al testigo de la adversa o a la parte adversa, y acercándote a él-ella, podrás sacar más respuestas correctas que si lo haces con agresividad, ya que con esta última estrategia siempre se ponen a la defensiva.
La ética debe imperar en todos los aspectos de la vida y, por supuesto, debe primar en la política. Sabemos que los ciudadanos desconfían de los políticos y tenemos que recuperar la confianza de la sociedad. Estamos en un momento muy difícil, en el que debemos poder llegar a acuerdos entre todas las fuerzas políticas en beneficio de la sociedad y con sentido de Estado y lealtad.
Tenemos que remar todos juntos, conseguir un proyecto común, que se base en vencer a la pandemia y superar la crisis producida por ella. De esta crisis, lo que ha quedado claro y nadie pone en duda es que hay que reforzar lo público (sanidad, educación, ciencia e investigación, políticas sociales...) y, en materia climática, de energía y medio ambiente, realizar políticas para la transición a un modelo productivo y social más ecológico.
Y siguiendo el ejemplo que nos ha dado el pueblo español, que ha permanecido unido frente a la pandemia, los políticos tenemos que estar a la altura de ellos, no podemos defraudarles. Como decía la canción de los Quilapayún, "el pueblo unido jamás será vencido". Tomemos ejemplo.
María Adrio Taracido
Senadora