Pedro De Lorenzo y Macías
Caco: Su huida y sufrimientos
CAPÍTULO XX
Caco sabía por Don Cuervo como orientarse y llegar a su casita; también estaba su instinto, que era lo más seguro. Amaneció con niebla; el sol estaba enojado y se escondió en la densa capa de humos infernales.
Salió por el escondite, cruzó la finca de Doña Carca y llamó a Don Gato; le pidió disculpas por la pelea y le contó que se iba. Este le agradeció que no le hiciese daño a su esposa; le dijo que era un perro bueno, noble, que triunfaría y sería un gran líder. Le deseo suerte, lo acompañó un rato y le señaló en donde se encontraba “O SANTO”, pues de ahí se orientaría mucho mejor; se despidieron con un abrazo y .......
Había poca visibilidad, la niebla era engañosa y burlona; te hacía ver imágenes irreales. Caco llegó a Santa María de Adigna, descansó.
Observó su iglesia, sencilla y marinera; estaba situada en una pequeña colina, protegiendo al valle, al pueblo, a los pescadores, a las gentes sencillas del campo y a los sufrientes en los trabajosos mares.
Sabía que tenía que seguir por el camino, por la carretera... Cruzó ésta en la Vichona, y se sentó en el cruceiro que hacía de guardián de una hermosa ermita, rodeaba de robles recios y antergos: la llamaban “O SANTO”.
Hablan que una reina patrocinaba todos los gastos para evangelizar a la parroquia de Adigna. Envió al franciscano Juan de Navarrete. Llegó desde su convento de Pontevedra, cabalgando en una mula terca, irreligiosa e irreverente. Su sermón conmovió y llenó de inquietud a los parroquianos. La mula rebuznaba, ya por las inclemencias, ya por el abuso. Al regresar, en este lugar, el fraile le dijo algo a la mula. Lo tiró y se desnucó.
Está enterrado en el Convento de San Francisco al lado de la epístola: “S. JOAN DE NAVARRETE/NANTES MORTUUS AN. 1528/HAC IN ECLESIA SEPULTUS EST/HUJUS RELIQUIAE CONDITAE SUNT”. ¡Está bien, lo traduzco! Juan de Navarrete, muerto en Nantes (aquí) en el año 1528. En esta iglesia está sepultado. Sus reliquias están enterradas aquí. ¿Quién fue este franciscano y por qué le llamaban Padre Santo? Tenemos noticias que nació en 1488. En 1520 hubo un brote de epidemia. En el antiguo San Bartolomé, situado en donde está el Liceo Casino de Pontevedra, desde el púlpito, con su voz enfática, su espíritu embebido por su fe dijo: “De parte de Dios yo os prometo que cesará esta epidemia si se constituye en la villa una cofradía en memoria de la Pasión de Nuestro Redentor”.
Los pontevedreses constituyeron la cofradía; la peste emigró. Ya muerto, Fray Francisco Blanco, aquejado de enfermedad durmió sobre la tumba durante nueve noches seguidas y se curó. De estos hechos es conocido en aquellos tiempos como el Padre Santo.
Caco olisqueo su recinto. Comenzó la ascensión por los montes de Nantes, llegando la cima: al sur, allá abajo, está Sangenjo, al norte Meaño, al este, El Castrove, su primera etapa.
Pasó Bordones, fue perseguido por unos perros; la fatigosa carrera le produjo hipo, tuvo que descansar bajos unos arbustos.
La niebla era terca, pegajosa y resistente; el sol se peleaba con ella, y, poco a poco, iba imponiendo su fuerza, su dominio.
Pronto encontró la carretera hacia Samieira; el cuervo le dijo que tenía que subir recto esos grandes montes; le daban muchísimo miedo; eran frondosos, oscuros y de cara de pocos amigos. Sintió hambre...., mucha hambre; se mareó. En un regato bebió, descansó y se recuperó.
Mamá Luisa se levantó tarde; fue en busca de Caco.., no estaba; le pareció extraño, pues era muy puntual en sus comidas. Preocupada, llamó a Simón, éste le quitó importancia:
- Tranquilízate, se habrá ido de paseo, estará en la playa.
- No, Simón, no. Algo pasa... Caco hace trastadas como todos los niños, a sus horas. Sabe que de mañana tiene que ayudarme, vigilando la finca. Además, cuando está castigado, nunca se escapa... ¡Señor, Señor! Simón, pasa algo--, ¡mí Caco! ¡Ay, qué es muy chico, mi Caco!
Simón dejó el desayuno; fue en su busca; no estaba ni en el Monolito, ni en las playas cercanas. Encontró a Bucanero y éste tampoco sabía nada de él. Ofreció su ayuda: fue a Montalvo, a Bascuas, y nada; regresó y fue a Canelas, donde estaban jugando sus amiguetes, tampoco estaba. Simón empezó a preocuparse.
Fue hasta Portonovo; pregunto por Caco, que era muy querido, sobre todo por los niños; todos empezaron la busca, que fue intensa: Caco no aparecía. Era hora de comer y la gente se comprometió en ayuda y solidaridad.
Mamá Luisa estaba llorosa, desconsolada, no comió. Simón se hizo un bocadillo, fue hasta los bosques de Adigna; nadie lo había visto, ni rastro. Un pensamiento negro le sobresaltó: “¿Lo mataría Doña Carca?”.
Retrocedió, Don Gato lo estaba esperando; Dijo que Caco se fue a la casa de su Mamá.
El sol venció e impuso su poderío; pero unos nubarrones grises y blancos estaba allá, en la lejanía. Caco se repuso, empezó la subida en línea recta, hacia el Este; encontró resto de comidas que la gente puerca deja en los lugares de merienda. Comió un poco. Subió, subió; sudaba, jadeaba, tenía sed; pensó en Simón : “Hay que dosificar las fuerzas”. Descansó en una sombra apacible, suave.
Cruzó huertas, maizales..., bebió en pequeños arroyos, comió unos tubérculos. Caminó más...., y mas. Cayó de culo, no podía más. Levantó su cabecita....:¡Es Armenteira! Lo había conseguido.
Se puso muy contento y recuperó fuerzas; se emocionó ante el Monasterio, de estilo románico, con sus grandes contrafuertes, con un precioso rosetón. En cada contrafuerte fue dejando su marca: sus pises, diciendo “Caco estuvo aquí”.
Dio un paseo por la zona de entrada, y se sentó al lado del crucero; vio encima de la puerta a San Ero con un jilguero, le dijo hola con un guau, pero no contestó: era de piedra.
Siguió rondando, y su olfato olió comida; llegó a la puerta trasera de la cocina. Sor Cocina, al verlo, creyó que era un regalo de San Antonio.
- ¡Qué monada!
- Guau, guau.
- Estás hambriento.
- ¡Guau!
Le dio leche, que se la bebió en un segundo; Caco miraba unos buenos chorizos colgados en la cocina y se le caía la baba; Sor Cocina, que era todo corazón, cortó uno...
- Toma. Que te aproveche ¡Seguro que la Madre Abadesa no me cree y me echa un rapapolvo.
Los dos empezaron a jugar y pronto estuvieron en la cocina todas las monjitas; consintieron que durmiese esa noche allí.
Después de los rezos, la Madre Abadesa dijo que mañana había que comunicar el encuentro del cachorrillo, pues sin duda se había perdido, y lo andaban buscando. Sor Cocina solicitó la dispensa para adoptarlo, si nadie lo reclamaba; el asunto quedó para la votación en la reunión capitular de mañana.
Caco roncó muy profundo...; sus miedos eran vencidos por los rezos de las monjitas, mus simpáticas, cariñosas y protegidas por San Ero.
Mamá Luisa estaba desesperada, lloraba; habían organizado la operación de búsqueda...: La radio, las Teles, los periódicos mostraban la foto de Caco con este anagrama: “Cachorro Boxer, atlético, alto,
delgado, atrigado; responde por el nombre de Caco. Se recompensará a quién lo encuentre”. Y seguían números de teléfonos.
Nadie se acostó; todos esperaba una llamada de esperanza, alguno noticias, algo, ¡Un milagro! (Continuará).
Pedro de Lorenzo y Macías.
Fotografías: @Xoan Arco da Vella.