José Antonio Gómez Novoa
Ventana Indiscreta: Leo, luego pienso
Leer está prohibido en el mundo de Farenheit 451, una de las películas imprescindibles de François Trufaut. Basada en una novela de Ray Bradbury publicada en 1955, planteaba una distopía futurista en la que una de las obsesiones de los líderes que gobernaban el mundo era quemar los libros para así poder controlar mejor aquello que a la población le debe entrar por los ojos (la televisión).
En el Siglo XXI, la televisión ha perdido su influencia, la audiencia máxima de un telediario es de 1.500.000 personas, casi todas personas mayores de 50 años. Las redes sociales se han convertido en un arma muy codiciada en las que muchas veces, desgraciadamente prima el interés personal (lideres políticos, grandes empresas, lobbies..) sobre el interés común.
Comparen ustedes. Un twett de Donald Trump lo visualizan al momento 58 millones de seguidores, que a la vez son canal de reemisión de sus mensajes. Otra red social, que según los expertos tiene una gran influencia en la salud mental y autoestima, y que en sus inicios era un simple canal de fotografía, representa actualmente el “escenario” de las apariencias. En ella gana por goleada Cristiano Ronaldo con 220 millones de seguidores.
Por suerte, al igual que en la película de Truffaut, hay amantes de la lectura en todas las edades, pero el “capitalismo digital” nos impregna de tal manera que muchos niños y adolescentes, son capaces de configurar un ordenador, y avanzar en los niveles de juegos que nos resultarían imposibles de descifrar a los mayores, pero son incapaces de comprender y entender una redacción sencilla de cinco líneas.
La clave del aprendizaje es la comprensión, y tener una visión global de las cosas. Si no somos capaces de sumergirnos en la lectura, o de extraer la esencia de los mensajes que nos llegan por todas las vías, quizás aprenderemos a hacer, pero no sabremos qué hacer. En definitiva, seremos personas carentes de pensamiento crítico y fácilmente manipulables.