Marisa Lozano Fuego
Sola
SOLA. (o el equivalente de, ¿jastas pista?)
Me gusta ir a conciertos. A veces, incluso, escucho la música. Es genial.
Algunas veces voy acompañada, pero otras veces, incluso, me atrevo a ir sola. Con mis dos piernecitas. Hace años aprendí a caminar. Exactamente unos 38,tal vez. Eso me permite desplazarme a distancias inesperadas, por ejemplo hasta la Alameda o las pistas de Campolongo. Es maravilloso.
Me visto solita y camino hacia un concierto.
Me pongo unos pantalones de lunares, anchos, una cosa llamada bralet (que es como un sujetador lencero, pero para por fuera, eso me dijeron cuando lo compré, es como una camiseta lencera). Igual me engañaron y es pa dentro. Total, el bañador también es lencería, y todo el mundo lo ve muy normal . Encima, me pongo una chaqueta larga, larga, y oscura. Pelos enrubiecidos por el sol y el tinte casero, y la bendita mascarilla.
Sin pintar ni ná.
Y allá voy.
Entro adentro (si entero afuera, mal vamos, pero realmente era exterior, así que podemos decir que entro afuera).
Me ponen gel en las manos unos atentos señores de la ley.
Me indican que no mueva los asientos (cachis, ardía en deseos de subirme sobre una silla y pensar a tambalear la de al lado). Acato, obediente, y me encamino hacia dos asientos azules, separados por la distancia de seguridad conveniente del resto. Últimas filas. Me gusta ir de incógnito.
Se me acerca un chico que tiene aspecto de preservar la seguridad del evento.
Yo, que sumergida en la magia del grupo musical y sus bondades, no me entero.
Cuando observo a mi lado un rostro agachado a la altura del escote, pego un bote. (Y encima, rima).
Digo yo que habré infringido las normas de vestuario. Sabía que el pantalón pata elefante no era buena idea.
Parezco un elefante.
María Luisa, esto no es Palmeira. En esta ciudad vetustiana no admiten mascotas.
-¿Perdonaaa, esperas a alguien??
Reflexiono sobre la pregunta. Es compleja. Me planteo si responderle que espero en sentido de la felicidad. O a Wally. Tal vez a Godot.
Me pregunto, asimismo, qué le importa.
Obviamente, una mujer sola en un concierto debe resultarle algo muy extraño.
Acordaos de Caperucita. Si llevara cesta, la cosa sería diferente. Me planteo que me va a decir "hola, mi amor, yo soy tu lobo, quiero tenerte cerca para verte mejor". Orquesta Mondragón, y tal.
No parece que haya nacido en mi misma era. Es más de Doraemon.
Le respondo. Educadamente.
-No. Estoy SOLAAA.
Alargo la vocal aposta, con un tono desafiante.
Me indica que me cambie de asiento, que me ponga más adelante. Miro entorno. Hay como
treinta sitios libres. Estoy en mi sitio, con la mascarilla puesta, formalmente sentada, y aplaudiendo. Parezco en Misa.
No pienso comerme una hostia, hoy no, así que obedezco. Serán las normas.
-Siéntate ahí, más adelante, es que ese asiento es de una. (y si tuviera coronavirus, artista, ya habría infectado dos, pues. O sea, no moved los asientos, pero vosotros sí, moveos , mezclaos, etc que no hay peligro).
Acato la indicación, pues entiendo cumple con su deber, desconozco si es el de reubicar a las personas en un lugar público con libertad de elección. Pero acato. Me siento delante. SOLA.
Empieza una canción. Me gusta. Es un grupo de chicas jóvenes, con un mensaje positivo, comprometido y dulce. Mencionan a las escritoras que nos preceden, la importancia de la música en la historia, y me siento identificada. Aplaudo entusiasta y empática.
Porque piden palmas. Muevo mi cuerpo al son de las palmas,una es muy italiana y expresiva.
Por lo visto el muchacho lo percibe, así como mi amenazante intento de sacar algo del bolsillo derecho. La herramienta. O sea, el móvil. Estoy temiendo que saque la suya. Se dirige a mí en línea recta. Se sienta agachado de nuevo mirándome a la altura, no de los ojos.
-Perdonaaa (ey, más arriba, artista, eso es, casi llegas). Es que la mascarillaaaa...
(Me la toco. Él creo que se la toca también. O imagina que se la toca, no lo sé. La tengo bien colocada. Él , lo ignoro) . Me cubre boca y nariz y abrocha en mis orejas. No está en el codo ni a la altura del ombligo. Sí . La mascarilla. Entiendo el concepto. Espero más información.
No llega. Sigue ahí sentado.
-Disculpa, la tengo bien puesta, ¿sí? Me la coloco mejor. Me observa sospechosamente. Le explico que soy así de entusiasta y que aplaudo porque me gusta. No soy una espía camuflada y mi móvil no es un bazooka. No parece convencido. Creo que me lo va a pedir. El móvil. Pero entero, no el número. No jodas, solo tengo este. (la última vez que me lo pidieron, tuve que pillar otro. Algunos tíos son muy literales.).
-No soy peligrosa.. ¡Es que yo hago poesías! (La hemos jodido. Cree que estoy zumbada. Y puede que tenga razón).
-Yaaa claroo... (Me sigue observando. A mí sola. Y no se mueve.) Mira hacia mi escote asimétrico. Si es que siempre hay una parte más grande que otra, artista. Igual te pasa con los huevos. Digo, con los del desayuno y tal.
-Bien, muchas gracias, ¿podría seguir escuchando el concierto, por favor?
Duda.
Le vuelvo a asegurar que mi móvil no es un arma. Hice una FOTOGRAFíA. Si, algo inocente que suele ocurrir en los espectáculos
A mi tb me las hacen.. No cuela.
Piensa que soy una psicópata que se cree escritora y va por ahí exhibiendo carne para acosar a los artistas. Lo que no entiendo es por qué no pregunta a las demás personas del público. Tal vez no sea yo la única zumbada, pero el resto se callan.
En vista de la estricta vigilancia, decido marcharme. Me siento un poquito hostigada. Un poquito na más. Le pregunto si es que le gusto. Me dice que un poco. Nos han jodido. Si fuera un tío en sujetador, no pasaba.
Hago constar que se trata de un espectáculo público y que a nadie se le ha dado el toque excepto a mí. Estaba en mi sitio escuchando música y con la mascarilla puesta.
Pero SOLA, eso sí. Muy chungo. Y muy sospechoso.
Los otros señores de la puerta me indican una salida alternativa, que se disculpan y me llaman "señora". Reivindico mi soltería. Agradezco su atención. Salgo.
Ahogo mi frustración en Coca Cola.
Llego a casa. Mi madre me dice claaro Maria Luisina, es que vas así toda provocativa. Ya sabía que hoy ligabas. Le explico con paciencia que no me halaga que me miren el busto en un espectáculo público.
Sobre todo porque hay poco que mirar, y si me quedo sin tetas, pues ya se sabe que no hay paraíso. No es bueno gastarlas.
Le explico asimismo que ligo a menudo, pero que eso no me interesa. Porque he decidido hacer voto para un convento de esos de los quesos. Me gusta el queso. Y la verdad, me apetece mudarme.
Le anuncio que voy a hacer unas crónicas de este suceso, me dice contenta que adelante, pero que sea sutil.
Soy sutil, a que sí.
En fin, que no se me puede sacar de casa. Y menos mal que no conduzco.
La próxima vez que haya concierto, no me dejéis ir sola.
Ni llevar sujetador.
La combinación es terrible.
Ahora entiendo a las gruppies que los tiran al escenario. Seguramente algún muchacho amable las hizo sentir como peligrosas delincuentes y se vieron en la necesidad de liberarse. Es un símbolo.
Si en un próximo concierto veis una prenda voladora , es mía.
Será mi manera de protestar contra el hecho de que Caperucita no pueda ir sola a un concierto so pena de ser censurada.
O si acaso, venid conmigo. Será divertido.
O tal vez.. No.
Mi terrible herramienta fotogénica inmortalizará la desnuda verdad.