Beatriz Suárez-Vence Castro
Cada día que amanece
El gato Garfield odia los lunes. Y las Bangles, aquel grupo de los ochenta que en mi adolescencia cantaba Manic Monday. Han pasado muchos manic Monday desde entonces pero, créanme, las Bangles no se equivocaban. Los lunes pasan cosas.
Este 24 de agosto, dos titulares de nuestro periódico local en papel se me metieron en los ojos. Uno en cada uno. Como dos motas de polvo que hubiese traído el viento para dejarme haciendo chiribitas al modo Marujita Diaz. Al principio no reaccioné, aturdida y medio soñolienta como estaba, pero luego busqué el porqué de aquel efecto y lo encontré: Fue la incongruencia de ver ambos compartiendo portada.
Uno de los titulares, el principal, decía: "Alerta en Galicia al sumar en la última semana más de mil casos del COVID 19". Destacaba, debajo en negrita, 27 nuevos positivos.
El segundo, ilustraba la foto de portada de un señor vestido de demonio con su tridente, cuernos y cadenas: "O demo resiste al virus".
Por si algún lector no está familiarizado con la costumbre local, la referencia corresponde al pasacalles que viene celebrándose todos los veranos por estas fechas en que o demo en cuestión va gastando bromas a los niños. Entre las que más gracia les hace está la de amenazarles con el tridente mientras ellos le tiran del rabo.
La foto consigue dar miedo de verdad, además de porque la única niña que aparece, demasiado pequeña para entender broma, tiene cara de estar sufriendo, porque uno imagina el desfile, los contactos entre demonio, niños, padres, los juegos físicos etc, después de haber leído el primer titular, el de los 27 positivos, y empieza a pensar hasta donde llega la responsabilidad individual, la colectiva, saca sus cuentas y se lleva un disgusto a primera hora de un lunes que encaja perfectamente con el de Garfield,el de las Bangles y de todos aquellos a quienes aún les quede algo de sentidiño.
¿Cómo se consigue mantener la distancia física en un juego que pasa precisamente por tener que acercarse unos a otros? Para quitarme la duda busqué la página que ampliaba la información y, ya con los dos ojos en su sitio, leí lo siguiente: "la principal particularidad de esta edición de la Festa do Demo, marcada por el protocolo anti covid fue la falta de interacción entre el séquito diabólico y los niños. El propio demo terminó arrancándose la cola para evitar el contacto y respetar la distancia social".
Con esta última puntualización conseguí despertar de todo y, de paso, sacarme las ganas de volver a leer un periódico por lo menos hasta el 2025, suponiendo que para esa fecha siga viva.
Imaginaba la cara de los niños queriendo tirar de la cola al demonio y encontrándose el muñón de tela o el agujero en el trasero del demonio, siendo como son los niños mucho más rápidos corriendo y tocando que cualquier adulto que intente pararlos por muy en forma que esté. Cerré el periódico esforzándome por no seguir imaginando cosas desagradables y deseando con todas mis fuerzas que el martes no aumente mucho más el número de contagios.
En la sección final, antes de la contraportada, volvían a mencionar la Festa do Demo como "broche perfecto de las actividades de verano" programadas por el Concello y hacía referencia al gran éxito del evento y la felicidad de los niños "exacerbada por las gaitas y el estruendoso ruido de las tracas." No sé. A mí lo único que no me hiere la sensibilidad en todo este disparate, que imagino no habrá salido gratis a los contribuyentes, son las gaitas.
En cuanto a lo demás preferí correr un tupido velo, mirar por la ventana, concentrarme en el mar, siempre sabio y generoso, acabar el Cola-Cao y recordar con cariño a mi profesor de Historia del instituto cuando, por aquel entonces, ya nos avisaba para que contásemos con esta parte de la vida en una frase resumen: Cada día que amanece, el número de tontos crece.