Carlos Regojo Solla
Una taza de té verde
"Cuando China despierte, el mundo temblará", profética sentencia, atribuida a Napoleón, hoy toda una realidad.
China ha despertado al tiempo que sus laboratorios consiguen descifrar el genoma del grano de arroz heterogéneo capaz de saciar los estómagos de más de un tercio de la humanidad, en un mestizaje tan particular como la hibridación política que le permite, (por ahora), no alterar sus viejas costumbres, "equilibrar" el ya desvirtuado comunismo de Mao con el capitalismo, moderno y globalizado, que acabará engullendo toda intención socialista futura en una anomalía que no viene más que a corroborar la flaqueza de la intención universal de la igualdad en un mundo justo y socialmente equilibrado, donde el dinero, como siempre, marcará el ritmo mundial, dando, si acaso, pequeños respiros controlados de cuando en vez para conformar inquietudes, vieja estrategia de hipnosis a la que recurre el capitalismo frecuentemente.
Como consecuencia, China, acompañada de media Asia, habrá desfondado, a no tardar, el saco de sus tradiciones, lo mejor de sí misma, y se vaciará como la piel de la serpiente en el camino de la historia en loor de una imagen nueva ya iniciada en campos tan amplios y espectaculares como la astronáutica, economía o investigación, superando, con un gol por la derecha, el liderazgo de la breve etapa estadounidense, la intencionalidad, más breve aún, de la Comunidad Europea y de poco más, ya que el mercado iberoamericano dista aún mucho de influir globalmente en este proceso aunque si pueda hacerlo puntualmente. De África, no hablemos.
China ha abierto su ciudad prohibida al consumo, difuminando con ello el espíritu de la gran muralla, el magnetismo de los guerreros de terracota, la delicadeza de sus porcelanas finas y translúcidas, el misterio de la ruta de la seda, el desfile del dragón en el año nuevo, los farolillos de bambú, las inclinaciones sensibles y amables del saludo, el poder de su pólvora, la mano de obra incondicional que no tardará en exigir…
¿Quedará, al menos, una taza de té verde para los nostálgicos?