Valentín Tomé
Res publica: Tres tesis sobre los fusilamientos
En memoria de Alfredo Grimaldos (1954-2020) por enseñarnos la verdad tras el cuento de hadas.
Cuando uno trabaja en el campo de la Ciencia, una cosa debe tener clara, todas las verdades que en ella se enuncien son verdades con minúscula, siempre temporales y provisionales. Son verdades de momento, hasta que los datos empíricos demuestren lo contrario. Por ello, debemos someter constantemente nuestras teorías a revisión, en un diálogo permanente con la realidad esperando que esta no contradiga las tesis postuladas.
Para este artículo partiremos de tres tesis enunciadas en el campo de las ciencias sociales por sus respectivos autores y confrontaremos lo que ellas enuncian con los sucesos acontecidos esta semana en torno al chat de "La XIX del Aire". En él, como se sabe, participaban altos mandos militares retirados pertenecientes a la XIX promoción de la Academia General del Aire. He aquí algunos de los mensajes:
General Francisco Beca: "Yo lo he leído [un libro de Pío Moa, Mitos de la Guerra Civil], como buen facha, y si es verdad lo que dice (para mí sí lo es) no queda más remedio que empezar a fusilar a 26 millones de hijos de puta"
Capitán José Molina: "Me he levantado esta mañana totalmente convencido. No quiero que estos sinvergüenzas pierdan las elecciones. No. Quiero que se mueran todos y toda su estirpe. Eso es lo que quiero. ¿Es mucho pedir?"
Coronel González Espinar: "Algún día… los filibusteros de la puta ANC [Asamblea Nacional Catalana]… pagarán por esto y por otras cosas…"
Coronel Díaz Rivera: "Algún día… alguien tendrá que empezar a hacer algo (legal o ilegal) contra estos hijos de puta".
La publicación en los medios de comunicación, salvo los pertenecientes a la caverna mediática que directamente los han ignorado, de estos mensajes ha suscitado todo tipo de reacciones que van desde la indiferencia o tolerancia de la Derecha o de los chicos de Suresnes (ver mi anterior artículo), hasta el silencio de Felipe VI, mando supremo de las Fuerzas Armadas, pasando por la indignación generalizada de gran parte de los militantes o simpatizantes de izquierdas.
Cualquier persona interesada podrá hallar en los mass media todo tipo de valoraciones u opiniones sobre estos hechos. Para lo que nos concierne aquí, intentaremos dilucidar si los mismos falsean las tesis postuladas por algunos autores que de manera tangencial hemos tenido la oportunidad de defender en diferentes columnas, o por el contrario, no hace otra cosa sino que reafirmarlas.
Primera tesis: "El franquismo no es una dictadura que finaliza con el dictador, sino una estructura de poder específica que integra a la nueva monarquía". Alfredo Grimaldos.
Los datos empíricos en los que se apoyaba el autor para enunciar sus tesis parecen concluyentes. He aquí algunos de ellos:
Entre 1975 y 1983, se produjeron 591 muertes por violencia política (terrorismo ideológico, guerra sucia y represión). De ellos, nada menos que 188 de los asesinados, los menos investigados, entran dentro de lo que se denomina violencia política de origen institucional, es decir terrorismo de Estado. Sólo en 1977, la policía cargó contra 788 manifestaciones en España, el 76% del total. La violencia no cesó tampoco una vez aprobada la Constitución. En 1980, 30 personas fueron asesinadas por "violencia política de origen institucional".
La connivencia de la Justicia con los asesinos de grupos terroristas de ultraderecha era la tónica habitual. Un escaso porcentaje de los mismos fueron condenados en firme; la mayoría de los escasos juicios celebrados por estos actos dejaron en evidencia que estos grupos (Triple A, Guerrilleros de Cristo Rey, Batallón Vasco Español…) actuaban en complicidad con las altas instituciones del Estado.
Los consejos de administración de las grandes empresas del IBEX fueron el cobijo en democracia de la mitad de los últimos ministros franquistas. La otra mitad recalaron en política. En el mundo de la Justicia, 10 de los 16 jueces del Tribunal de Orden Público franquista ascendieron al Tribunal Supremo o la Audiencia Nacional.
Como podemos observar, los sucesos de esta semana no han hecho otra cosa que confirmar esa visión de la Transición. No olvidemos que estos militares, hoy ya retirados, vivieron de primera mano y fueron protagonistas de aquel proceso. En ella se obró uno de los mayores milagros en el campo de la psicología: los que se acostaron fascistas, se levantaron demócratas. A raíz de los hechos publicados, podemos concluir también, que una vez jubilados, vuelven a su estado natural.
Segunda tesis: "Ante el amago mismo de operar políticamente, de operar primariamente mediante la política y no mediante el mercado, de obligar al mercado a someterse a la política, el capitalismo siempre supo apañárselas para dejarle bien claro a la población quién tiene la sartén por el mango y la manera más fácil de demostrarlo fue plantar un millón de muertos encima de la mesa.". Santiago Alba Rico.
Al igual que en el caso anterior, el filósofo usa como base de su tesis multitud de datos empíricos extraídos de nuestro pasado más reciente. El lector interesado puede hallar algunos de ellos en una anterior columna titulada Una ley de hierro en la Historia Contemporánea.
En una primera lectura, podríamos afirmar que el tono beligerante de los ex altos oficiales responde más bien a cuestiones de tipo ideológico puro relacionado con conceptos como unidad de la Patria o preservación de los valores nacionales, y no con la defensa del capitalismo como estructura económica dominante. Sin embargo, no podemos negar el carácter referencial totalizador que el concepto de Patria, heredado del franquismo, invoca desde la Transición. Por Patria, para estos admiradores del Caudillo, se entiende todas las estructuras de poder heredadas del franquismo, y entre ellas está por supuesto el poder económico; el cual, como no se cansa de repetir una y otra vez a través de sus portavoces, se siente especialmente amenazado por la llegada de un Gobierno que por primera vez desde 1978 cuestiona sus privilegios. Por tanto, cuando estos ex oficiales hablan de levantarse contra el Gobierno lo hacen, también, en defensa de las estructuras socioeconómicas capitalistas procedentes de la dictadura. Como recordaba Alberto Garzón: "La élite económica de España es la del franquismo. No hubo ninguna Transición".
Tercera tesis: "La Historia ocurre dos veces: la primera vez como una gran tragedia y la segunda como una miserable farsa". Karl Marx.
A mi entender, lo que aquí expone el sabio de Treveris es que en la deriva rápida de la Historia unas décadas de atraso, una falta de reconocimiento del cambio de las circunstancias, lleva al enmohecimiento y al ridículo. Lo que antes nos evocaba horizontes al alcance de la mano, llenos de significado, pasa a ser una árida y deslucida expresión que solo produce falsa emoción o, directamente, risa.
El chat de "La XIX del Aire", una vez pasada la indignación inicial, no puede causar otra cosa más que risa. Un grupo de militares octogenarios deseosos de levantarse en armas contra el Gobierno para emular así a sus antiguos camaradas del 36 es un gesto de patetismo extremo. Lo importante no está en lo que estos fascistas seniles desearían hacer, fusilar a 26 millones de hijos de puta, sino lo que sus propias palabras confirman con respecto a las tesis anteriores. Ese es el grave y más serio problema que tenemos entre manos: como democratizar de verdad un país en el que sus élites y sus estructuras asociadas se han sentido siempre impunes.