Lucía Lourido
Enseñar con la vida
El otro día, me cuenta mi madre el caso de un concurso que salió hace no mucho en la tele, en el que ganaba aquel que bebiese más cerveza en menos tiempo.
Ganó un chico que se bebió 6 litros en 20 minutos.
Ganó y murió. Demasiado líquido para el cuerpo en tan poco tiempo.
Te da pena un chico tan joven.
"No tenía sentidiño", puedes pensar.
A lo que yo digo: "Pues pobre de él, precisamente por no tenerlo".
Doy gracias yo por tener, aunque sólo sea un poco más (al menos, eso no lo haría).
Puede, quizás, que tengamos que aprender algo con su muerte. Puede que evite que otros hagan algo similar.
ÿl enseñó con su muerte. Yo quiero enseñar con mi vida.
No quiero quedarme parada quejándome de que el mundo va mal. Quiero hacer algo, por muy pequeño que sea, para cambiar. Dejar un mundo un poco mejor o, al menos, colaborar.
Hace unas semanas fueron las peñas en Pontevedra. Se podía ver la plaza del Teucro llena de gente... y de botellas. Soy un bicho raro, pero como también tengo parte de normal, me gusta divertirme con mis amigos, así que me fui a las peñas.
El lunes siguiente, dice mi padre al leer el periódico:
¡14 toneladas de basura tras el fin de semana!
Puedo decir que, si bien no recogí lo de todo el grupo, dos amigos y yo nos encargamos de llenar una bolsa y llevarla a la basura cuando nos fuimos de la plaza. Me quedaba con la conciencia más tranquila, al menos no contribuía a ensuciar.
-Caray, ¡qué concienciada estás! -exclama un compañero.
Bueno, hay gente que lo está más...
Conocí hace poco a una artista muy jovencita (tiene 17 años), que ni siquiera va a las peñas a echarse vino por encima, para mostrar que está en desacuerdo con el espectáculo de los toros, posición que además muestra en su estado de whatsapp.
Idéntico caso el de compañeros que están en Greenpeace.
O amigos, que usan su bici ¡o patines! para ir a clase o a trabajar.
Vecinos que, ante injusticias, se molestan en denunciar...
Y tú... ¿ vas a esperar a tu muerte para enseñar?
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23.08.2013