Tribuna Viva
Carta de una ex que vuelve
Nuestra relación fue larga e intensa. Nos conocimos en una situación muy mala para mí y me conseguiste levantar y que volviese a ser la de siempre. Contigo me sentía guapa, querida y defendida. Lo pasábamos bien, tus locuras y tu intensidad me enamoraban e incluso llegamos a sitios que nunca imaginamos. Todo era pasión entre nosotros, aún en los momentos menos buenos. Algo casi animal, salvaje. Aquellas exageradas muestras de amor que nos dábamos en público. Pero como toda relación de este tipo cuando termina acabó algo mal, con reproches, y hasta te peleaste con algunos de mi familia.
Como yo no puedo estar sola, enseguida me eché en otros brazos; apareció un buen chico, que me rescató, me trató muy bien, y con el que incluso llegué, por un tiempo, a sentirme igual que contigo. Fuimos felices pero no duró mucho, y la verdad, nunca llegó a ser lo mismo.
Después de éste llegó el típico 'macarrilla', el tipo duro que te encandila de primeras, pero rápidamente me di cuenta que no era lo que yo necesitaba. Tras estas dos experiencias, me encontraba otra vez como cuando rompimos, dolida y vulnerable.
No voy a negar que me fijé en que tú también habías rehecho tu vida, como siempre cerca de casa, de tu querida mamá, con la hermana pequeña de esa chica que siempre me cayó tan bien. Te veía con ella y la verdad es que hasta me hacía gracia pensar en cómo hubo un tiempo en que tus bravuconadas, tus locuras y tu intensidad me enamoraron, y pensaba en cómo podía haber sido tan idiota; aunque reconozco que algún día, al ver esos arrebatos, algo dentro de mí se revolvía recordando lo felices que fuimos. Pero me iba bien y no le di mayor importancia. Aún así, te veía raro, esa chica no era para ti, y es normal que eso terminase sin pena ni gloria.
Después de este rollito fugaz pero que me hizo bastante daño, apareció otro buen chico; se ve que me gusta alternar el perfil, de macarra a buenazo. No te voy a engañar, ya habíamos tenido algo que había estado bien pero había sido fugaz; esta vez, aunque no muy convencida, pensé que era la mejor opción. Ya venía escaldada y aunque no me enamoraba, me trataba bien y yo no estaba para otras cosas. Empezamos bien, luego vino esta dichosa pandemia y el confinamiento, lo cual nos dejó en stand by (quién sabe si en nuestro mejor momento) y en la ilusión del verano nos las prometíamos muy felices. Ya se sabe, volvimos a poder salir, el sol, la playa, la alegría, algún que otro plan divertido, y por un tiempo pensé que esta vez sí, que por fin había dado en el clavo.
Pero ya ves, debo ser muy complicada, y no hemos superado este duro invierno. Seguro que esta situación que vivimos nos hace a todos más impacientes e irascibles, e igual en la "vieja normalidad" hubiésemos sido más pacientes, pero es lo que hay. Además, a muchos de mi familia hacía un tiempo que ya no les gustaba (a otros nunca les gustó, aunque no lo dijesen) y estas cosas no suelen funcionar.
Y cuando más desesperada estaba, más perdida, lamentando más mi mala suerte y mis malas decisiones apareciste tú, otra vez tú. Porque ya se sabe, el tiempo borra lo malo, y nuestro agrio final, y cada vez está más presente lo felices que fuimos juntos. Y ya se sabe, un amor así nunca se olvida, y desde luego ninguno de los siguientes fue comparable a ti. Así que en estas estamos, volviendo a juntarnos. Algunos de mi familia no te perdonan el final, otros siempre se lamentaron de que lo dejásemos, aunque no lo dijesen; al fin y al cabo, todos ellos quieren lo mismo, que es mi felicidad. Y si ahora consigues que me vuelvan a ver feliz, esos que ahora no te quieren, rápido te perdonarán.
No sé si segundas partes nunca fueron buenas, querido José Luis, pero la vida nos ha llevado a volver a juntarnos. Quién sabe si más maduros, si ya conociendo nuestras manías, nuestros gustos, nuestras virtudes y nuestros defectos. Dicen que hay gente que tiene un lugar en el mundo, y ojalá que el tuyo sea a mi lado.
Tuya de nuevo, Luisito,
tu querida Pontevedra
Osvaldo Barreiro