Fernando R-Triana González
A propósito de la hostelería
Se quejan con razón, los hosteleros de toda España, de que esta pandemia los está conduciendo a la ruina. También es cierto que el estado, con sus diversas instituciones (locales, regionales y estatales) no han estado a la altura y así como en otros países hay ayudas directas generosas, esto no sucede en España. Es cierto que contribuyen con sus negocios a mantener un tejido productivo que está íntimamente relacionado con el PIB español (aproximadamente el seis por ciento). Creo que hasta ahora vamos bien.
Ahora toca hablar de responsabilidad y quiero ser PRECISO.
El sector se queja de múltiples formas, que está siendo criminalizado, que ellos no son el problema. ¿Por qué están sufriendo este embate por parte del Gobierno central y el resto de responsables políticos? Y aquí llegamos al meollo de la cuestión.
Primero hablemos de ciencia y estadísticas.
Está demostrado que los bares, cafeterías y aquellos locales donde la gente interactúa en espacios cerrados (también en menor medida los gimnasios y las reuniones familiares) es uno de los factores que más facilitan la propagación de los virus, (detallado en una publicación internacional de medicina de muchísimo prestigio llamada Jama el 22 de febrero de 2021 entre muchas otras).
Toca ahora habla de responsabilidad y quiero ser más PRECISO AÚN:
ALGUNOS hosteleros durante el inicio de la primera desescalada en primavera del 2020 no respetaron ni el número de mesas en el exterior, ni el aforo interior, ni la obligatoriedad del uso de las mascarillas, ni hicieron nada para impedir que sus locales fueran más seguros. Quisieron recuperar su nivel de ingresos, fuertemente castigado durante tres meses, en el menor tiempo posible. Así nos fue.
Aducían que no son policías, es cierto. Pero si son responsables del milagro de la multiplicación de las mesas en las terrazas y del aforo interior, así donde había cuatro mesas en el exterior aparecieron como de la nada nueve y donde había aforos de quince personas se amontonaban 40 (milagro cuasi bíblico). Seamos serios, si ustedes colocan nueve mesas no son los clientes los que están para vigilar su legalidad, ¿o sí?
Este verano todos hemos visto con incredulidad plazas de nuestra ciudad llenas de mesas sin respetar la distancia de seguridad, aglomeraciones de gente joven (y no tan joven) bebiendo de pie, fumando, sin mascarillas, locales al ciento diez por ciento y para colmo de la desvergüenza, también mesas ocupando monumentos históricos (como fuentes centenarias), bancos públicos con mesas adheridas y un largo etcétera de desmanes.
Por otra parte, LA MAYORIA DE LOS HOSTELEROS que cumplían con las normas establecidas veían con asombro la impunidad reinante lo que les produjo en algunos casos un efecto devastador.
La clase política en general (hablo de todas las administraciones) no supieron o no quisieron tomar cartas en el asunto (hay muchos votos detrás) hasta que de nuevo llegamos a una explosión de la pandemia que se hizo incontrolable. Aquí de nuevo la hostelería clamaba al cielo por ser siempre los cabeza de turco de las obligadas restricciones nuevamente impuestas, sin realizar nunca la más mínima autocritica. Démosles otra oportunidad pensaba yo.
¿Qué ha sucedido?
¿Por qué escribo esto hoy?
La respuesta es sencilla. Tras un mes de cierre solo tuve que pasar este sábado por esta bendita ciudad y ver lo que ocurría.
Nada nuevo
¿Verdad?
Como ciudadano me inquieta, como médico me enerva.
PD: No tengo redes sociales.
Tampoco fotos, no creo que hagan falta
Fernando R-Triana