Paco Valero
La foto de las Olimpiadas
Son los políticos los que han fallado, no los deportistas, ha escrito José Samano en El País para explicar el fiasco de la candidatura olímpica de Madrid. Porque son ellos dice los que han demorado la ley anti dopaje hasta el útimo momento, los que han ayudado a mal cerrar la Operación Puerto y los que han sumido al país en el descrédito de la corrupción. Seguramente es cierto, pero también estoy convencido de que hubiera sido diferente si Juan Antonio Samaranch padre viviera. El olímpico catalán adolescente pijo, fascista de salón, demócrata de ocasión... siempre a favor de la corriente dominante y sabiendo aprovecharla para medrar lo tuvo más fácil con Barcelona, sin duda, pero no porque esta ciudad sea mejor que Madrid, como acaba de decir el alcalde Xavier Trias para alegrar el día a los habitantes de la ciudad Condal (ya dijo un periodista inglés que nadie en el mundo gana a los barceloneses en autoestima), sino porque España estaba inmersa entonces en un proceso de modernización económica e institucional que suscitaba interés fuera, mientras que ahora permanece humillada por la crisis y por el fracaso estrepitoso de sus elites económicas y políticas. Sin embargo, incluso así, Samaranch padre hubiera sabido convencer a la "familia olímpica", como gusta llamarse a este selecto club de deportistas, aristócratas ociosos, políticos en retirada y buscavidas. Y cuando digo convencer me refiero a abrazos y comilonas, y también a esto.
Por eso creo que sobran los grandes análisis de la derrota, y más bien cabría preguntarse si merece la pena gastar miles de millones de euros en instalaciones y 100 millones de euros en el marketing de esta lotería. O mejor, preguntarse si no hay otro modelo de crecimiento económico que no sea este, que se parece demasiado a un círculo perfecto, a un juego en el que aparentemente todos ganan: los políticos promueven grandes infraestructuras y fastos, la gente se ilusiona y les da los votos (ya se sabe: es riqueza aparentemente caída del cielo y vanagloria para todos) y esos mismos políticos mejoran su sueldo y la financiación de su partido con los sobres que dejan las promotoras de las grandes infraestructuras y fastos. Es una rueda que gira y gira aunque no lleva a ningún sitio, lo sabemos: la mayoría pierde, el sistema se corrompe y son los oportunistas y mediocres los que acaban prosperando...
Veamos si no la foto de la nominación en Buenos Aires. A un lado tenemos a Rafa Nadal y Pau Gasol, que se han hecho un sitio en la élite deportiva mundial gracias a su talento y después de un enorme y continuado esfuerzo, personas políglotas y de grandes valores cívicos. Nadie les ha regalado nada. Y al otro lado, Ana Botella e Ignacio González, elegidos a dedo para ejercer sus cargos de alcaldesa y presidente de la Comunidad de Madrid, por el gran mérito respectivo de ser ella esposa de un ex presidente de gobierno y haber sido miembro del gobierno municipal que ha llevado a la capital a un endeudamiento sin igual, y él por ser el fiel delfín de la ex presidenta de la Comunidad Esperanza Aguirre, además de protagonista de historias oscuras como esta y esta.
Y en medio de los dos, Mariano Rajoy, un presidente de gobierno para el cual no hay un problema de dóping en el ciclismo puesto que todos se dopan, y cuya honorabilidad sigue pendiente de lo que diga un inculpado por corrupción como Bárcenas, defraudador de Hacienda con cuentas millonarias en Suiza y con el que se comunica para desearle "suerte". No parecen ciudadanos del mismo país que habitan Gasol y Nadal. Pero son los que nos representan y gobiernan. Por eso, sí, Samano tiene razón: los políticos han fallado. Pero no viene de ahora ni de unos juegos olímpicos. Yo más bien señalaría a esa rueda que gira y gira
10.09.2013