JM Arceu
Un instante es mucho tiempo
Una traviesa mariposa sobrevuela el aura en la que me encuentro. Baila una danza vistosa que me muestra con un movimiento delicado y bello y me atonta y me confunde. No sé si pretende desvelarme algún secreto, o simplemente es el destino que me brinda tal destreza virginal para que me inspire y escriba sobre ella. Para que disfrute por un instante y pause el reproductor que conduce mi vida y frene, aún sin frenos, el sufrimiento que me pica y me produce estornudos.
La sigo con la mirada, fluye, flota y descansa un momento sobre el balcón de piedra; como si supiera que la observo. Se hace la interesante, quizás intuya mi deseo de que vuelva a despegar y le quite importancia al paso del tiempo. Lo cumple, y lo consigue, de nuevo.
Se aprecia que goza el movimiento, que cree que lo que hace es un don innato y no un intento que pueda fracasar. Degusta el ritmo alternando sabores lentos y apurados, pero elegantes. Dibujando siluetas celestiales, parece que toda la existencia tuviera sentido en el tempo de este baile.
Me observa ahora, inmóvil desde el suelo; parpadeando con sus alas color canela y comprendo, lo que hasta ahora no comprendía. La belleza de las pequeñas cosas es la fuente de energía que alimenta la sintonía entre los seres de este mundo y el lugar en el que se encuentran. Porque no sé si fue el azar lo que provocó esta coincidencia, o si pactado estaba entre las fuerzas de la naturaleza. Pero no era el momento de pensarlo, en un instante alzó el vuelo y dejando atrás su estela, descendió con descaro y, sin tiempo para despedidas, se perdió entre las flores del campo y la maleza.
Se ocultó el encanto que trazó en el aire, pero no el mensaje que me enseñó.
«Solo importa que disfrutes del baile con pasión, aun sabiendo que tu tiempo se termina en un día o quizás dos; es el secreto de la vida oculto en el interior de cada uno».