Marisa Lozano Fuego
Transparentes
Crecemos y nacemos transparentes. Como la lluvia, como el frío. Pasamos a través de las eras y estaciones como ráfagas o fantasmas. Nuestro ser se va vistiendo de colorines con la edad. Aprendemos a usar el maquillaje y la cortesía, la ironía y el caparazón, las defensas y los apodos, poco a poco nos hacemos opacos. Creemos que así seremos más difíciles de vencer.
El enemigo nunca han sido otros, ni tan siquiera la tormenta, sino que hemos dejado atrás esa transparencia, esa inocencia de infante que se conmovía ante un trébol, un gatito o una canción de amor. Transparentes , sabiendo a lágrima o a beso, transparentes, creyendo en la utopía, no podíamos efectuar el proceso de maduración adulta, o eso nos dijeron.
Somos el único animal que agrede por motivos impuros. Los otros lo hacen por supervivencia o por hambre. Transparentes, nacimos sin saber mentir, sin precisar afeites o excusas, sin conocer el protocolo.
Transparentes, y cuando conservamos esa esencia somos castigados y a veces nos recetan una capa de barniz o unas pastillas para no soñar, porque la tormenta hace daño cuando atraviesa un tronco a través del cual puede verse el esternón y las costillas. Tormentas vitales para las que no tenemos defensa. La ira, la injusticia, la ambición o la muerte, cualquiera de esas cosas nos sorprende y viene a herir nuestra esencia transparente como si fuera cristal.
Realmente siempre hemos llevado máscaras en el rostro, en el cuerpo y el corazón, no como esas tribus aborígenes tan puras, tremendamente salvajes y conmovedoras que siguen conservando la esencia de la transparencia animal.
Transparentes para ir, para venir, para decir te quiero, me voy, no me gusta, me gusta, quiero, no quiero, perdóname, vete, tengo frío, hambre, sed, sueño.Transparentes para afrontar el mundo mirándole a la cara. Parece que no es una debilidad. Pareciera incluso una suerte de fortaleza que los años, las textiles y los cosméticos se han obstinado en denigrar un poco.
“No digas lo que sientes, no digas lo que piensas”. Y vas, y no haces caso, y sigues transparente, por mucho que alguna capita te pongas, como las cebollas, porque hace frío o porque hace miedo.
Transparentes, debajo de la máscara, dándonos una perspectiva, un abrazo, una solución, contemplándonos las heridas y lamiéndonos la vulnerabilidad. Sin mordernos.
Transparentes. Criaturas sacadas de algún fotograma o una realidad virtual que parecemos llamarnos humanos.
Transparentes. La única forma de vida en la Tierra que maquilla su dolor con canciones.
Transparentes.La única especie que puede escribir sobre esta y otras cuestiones esperando que a pesar de todo ser como una mampara o un cubito sea valorado por esa parte de la sociedad que aún no perdió su transparencia porque forma parte de sí.