Antón Cruces
Vivir en Placeres
Vivo en Galicia. Más concretamente en Pontevedra. Me críe a pie de ría, en un pueblito llamado Placeres. Reconozco que el nombre tiene su guasa y más cuando el sitio donde viví toda mi infancia y adolescencia se ha caracterizado por su fétido olor motivo de crueles chanzas durante toda mi infancia.
Lo cierto es que el pueblo siempre se ha caracterizado por su particular hedor (que podríamos definir como anal) y la verdad es que es una pena. El motivo de esta tufarada es una fábrica que los habitantes de la zona conocemos cariñosamente como: Celulosas. "La Celulosas" si vives en un radio inferior a dos kilómetros de su zona cero.
Según algunos los hediondos efluvios son cosa del pasado. Los que saben del tema aseguran que los responsables de la fábrica se han gastado un pastizal (que al parecer se calibra en millones de euros) para que la famosa peste desparezca. Unos dicen que sigue oliendo y otros proclaman a los cuatro vientos que ya no, que eso es cosa del pasado.
Como si que no apeste fuera un consuelo.
¡Es que no os enteráis, es la depuradora lo que os está apestando!
Así que los vecinos de Placeres, que vivimos rodeados de porquería por los cuatro costados- pedimos disculpas por no saber identificar correctamente de dónde nos viene el olor a mierda. Somos unos desorientados insensibles.
En 1957 alguien analizó el marco de la ría de Pontevedra y decidió que lo mejor para todos era plantar este mastodonte infecto ahí donde lo veis. Pues nada. Los sabios son los sabios y no seré yo el que discuta esta decisión, pero hay algunos vecinos (llamadles locos) que alzan su voz y protestan de vez en cuando, la gente se rebota y poco a poco se van consiguiendo cosas.
¡No todo cae en saco roto!
Dicen que la empresa ha invertido millones de euros para que no huela, pero eso a mí no me importa. Una de las iniciativas que me emocionó sobremanera fue la de los dibujos, que en su momento alegraron la vista de los sorprendidos conductores de la autovía (que también cruza la ría por cierto), los vivos colores que algún lumbrera encargó para la fachada; las gaviotas, el sol, un barquito, las nubes...suaves colores pastel que se fundían con el entorno y te empujaban a afrontar la vida un día más con ilusión y esperanza.
¡Pero si huele a mierda!
¡Ya, pero mira que mural! ¡Un día del padre perpetuo!
Recordemos la estampa:
¡Oiga no sea usted payaso y por favor no haga bromas con estas iniciativas! ¡Estamos hablando de minimizar el impacto paisajístico e integrar la fabrica con su entorno!
Ah vale entonce sí. Juntemos un par de esdrújulas y un par de polisílabos para crear un eufemismo que no vale para nada más que para meter la porquería debajo de la alfombra.
Con el tiempo la razón se impuso y alguien dijo: ¡Me saquen el mural imediatamente! y donde antaño había una obra de arte ahora solo queda una aburrida capa de pintura verde militar que todo lo cubre.
¡Que la trasladen de una vez coño! ¡Que torres más altas han caído! Es que no es tan fácil, puntualizan algunos. Es inviable, dicen. Bueno, si hubo redaños para levantarla tendría que haberlos para desmantelarla. No creo que sea inviable, creo que interesa hacer creer que es inviable. Posiblemente si quitamos lo accesorio ser trate de una cuestión de voluntad y no de viabilidad. De momento no interesa sacarla de la ría por X motivos. Bien, pero inviable no es.
Placeres tiene un montón de cosas que valen la pena y que no existen en ningún lugar del mundo. No contentos con la fábrica de marras y con la autovía también tenemos la depuradora y... redoble de tambor: ¡un tren que atraviesa la plaza del pueblo de cabo a rabo! ¡Sí, sí así como suena! Para ir del bar a la iglesia (dos de las grandes instituciones de nuestro país) hay que cruzar una vía del tren que se supone ya no debería estar allí. Imagínese usted, amigo lector, como de contentos van los feligreses al salir de la tasca. Un peligro en toda regla.
¿Desde 1932?
No, no desde 2002. Con dos cojones. Obra de Fraga y Cuiña, pero a ellos ya les da más o menos igual que están a otras cosas.
No pasa nada, los vecinos de Placeres somos como los de la aldea de Asterix y Obélix. A pesar de todo resistimos, aunque nos duela vivir en un lugar que podría ser un paraíso y que por la incompetencia y/o avaricia de unos pocos se ha convertido en todo lo contario. De los camiones que se dirigen o vuelven de la fábrica y que pasan a toda velocidad haciendo temblar los cimientos de las casas situadas a pie de carretera hablamos otro día.
Volviendo a la fábrica y tocando el siempre escabroso tema de los trabajadores y las familias que viven directa e indirectamente de la actividad de esta planta diré una cosa: nadie quiere que se queden sin trabajo, pero nadie en su sano juicio quiere una planta en medio de la ría, por muy integrada que está con el entorno.
Se habla de los trabajos que hay, pero no se habla de los que podría haber si se produjese la mudanza. Solo nos hace falta un poco de sentido común y a juzgar por las señales que recibo: Siria, el fichaje de Bale, Jorge Javier Vázquez y los 31 parados menos....noto que estamos a punto de conseguirlo.
Os dejo que tengo que acudir a una manifestación, al parecer nos quieren abrir aquí al lado el primer centro de control de enfermedades infecciosas al aire libre del mundo. Huele a exitazo.
¡Salud hermanos!
16.09.2013
Podes ler outros artigos de Antón Curces en: Cartas a 1985