Marisa Lozano Fuego
Cambios climáticos
Es curioso contemplar cómo nos condiciona el tiempo. Que si un rayo de sol ex cita las ganas de playa, que si un nubarrón las de llanto. Somos seres permeables, acuosos y frágiles, influidos por la meteorología. Lo reconozcamos o no. Cuando parece que vienen chubascos, ya está el termostato preparado y sacamos el paraguas, la bayoneta, las botas de siete leguas y la mordacidad. Si en cambio tenemos chivatazo de calores, nos enroscamos cual gato meloso a lamernos las patas y el ego , conscientes de que la tromba de agua no alcanzará nuestro pelaje rotundo.
Sí , señoras y señores, esto es la vida. En toda democracia se trató de respetar las ideas ajenas y no imponer las propias, debatir con constructividad y razón, tratar de transmitir un sentir y no solo unos datos, hacer incluso del debate algo didáctico, como hacía siglos ha nuestro antepasados en Grecia.La filosofía siempre me ha gustado, mito de la Caverna, discurso del Método, Crítica de la razón pura…y henos aquí tratando de imitar a aquestos que perdieron vida y lengua tratando de comprender la existencia humana.
Porque nos expresamos, sí, lo hacemos, desde tribunas y escenarios, en nuestros discursos y canciones, en nuestros eslóganes y conversaciones varias. No intentamos ser eruditos.
Lo único que intentamos , hace siglos y también ahora, es llevar siempre la razón. Que no se nos escape, es nuestra, todas las filigranas y artimañas son necesarias, según el ring se valen los gritos, desplantes y abucheos, en otros prima la ironía fina, el caso es que finalmente resulte de la oratoria uno y solo un caballo vencedor. Olvidamos el sentido de la conversación primera para centrarnos en el final: ganar.
Ahora que lo pienso, en el deporte en ocasiones pasa lo mismo, solamente que existen reglas de deportividad y no nos degradamos tanto.
Aun así la masa enfervorecida hierve en los partidos de fútbol, en la lucha libre, en los partidos de tennis, el caso es que en cuanto pertenecemos a “equipos contrario” parece que somos enemigos y hemos de despedazarnos entre nosotros para loar a nuestros ídolos, que, de todos es sabido, al terminar el partido se marchan , sudor secado y agravios en el bolsillo, bien juntitos a tomar unas cañas (con pincho, por supuesto, como has estado, impresionante, pues mira que me tenías cogido por los…mira la que te endilgué por esta banda, ah…mira que ibas flaqueando) y todo ello entre bromas y sonrisas cómplices, mientras la pobre masa indignada o indigna de ese cachito de tortilla observa desde la barrera cómo ni se han hecho polvo ni les han dedicado un autógrafo. En fin, hablando de fenómenos metereológicos, he de confesar que alguna vez también he caído en el fenómeno del calentamiento, y en azuzar como las fieras a mi equipo o aquel que creía que lo era, porque cuando algo o alguien te entusiasma, pones tu vida y corazón en defenderlo sin pensar en las consecuencias: qué te dirán, si habrá ojos morados o dignidad herida, si el equipo necesita realmente tu apoyo cuando tiene el de toda una grada…y si realmente hace falta formar bandos.
Me sobrecoge la tremenda sensación de formar parte de un juego de realidad virtual donde todos, absolutamente todos, presenciamos el teatro de la vida, que diría Calderón, de una manera tosca, brava e íntima, suponiendo verdad sus axiomas y dándonos cuanta finalmente que más nos valiera guardar el paraguas porque detrás del telón los actores resultan ser otra casta, y el público una serie de grouppies que para ellos representan el culto a ego, pero en modo alguno están integrados en la escena.
Mi ego también me llevó a pensar eso, pero el condenado también creyó que si se compraba el último champú de Elvive su pelo sería más sedoso que el de la vecina (no lo he tocado, pero me parece que sigue igual, el mío fosco y el suyo con esa laxitud de ninfa que se lo lava en el arroyo).
En suma, solo puedo concluir que en la vida solo hay dos cosas más grandes que el amor fraterno filial: el ego personal cuando le engordan y la razón de otros cuando nos aplasta, y creemos que debemos imponer la nuestra. Observemos que todos los mass media nos manipulan, seducen y todo con el mismo fin: darnos al fin esa razón soñada, esa coherencia interna de que lo que llevamos tantos años persiguiendo se hará realidad si obedecemos sin pensar : compra esta marca, sigue este camino. Curiosa realidad marcada por imperativos.
Es entonces cuando nos cae en la cabeza una gotita transparente, apenas perceptible al ojo humano, y se infiltra en nosotros un ápice de eso tan goloso que llamamos duda.Y el espíritu crítico, sin Trinidad y sin mensaje, nos inunda de lleno las neuronas.
Entonces empezamos a ser un poco inmunes a las inclemencias del tiempo y empezamos, simple y llanamente, a hacer el ejercicio y debate más peligroso para egotismo propio y ajeno: pensar.